10;Japón. 2/2

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El país tricolor de estrellas buscó con la mirada a cierto bicolor, la reunión ya había terminado y quería ir con el bicolor a conocer su país, pero el no encontrarlo comenzaba a desesperarlo, más aún cuando notó a USA caminar hacia él, luego en otra dirección venía Rusia y también China.

Así que recurrió a su magnífico plan B: Insultarlos a todos e irse corriendo.

Finalmente el estadounidense se paró frente a Venezuela con su típica sonrisa arrogante y sus lentes de sol.

—Hel...

—¡Vene!

—... lo?

USA frunció el ceño viendo al japonés de traje caminar hacia Venezuela con una pequeña y casi invisible sonrisa en su rostro, Venezuela sonrió en grande casi tirándose a abrazar a Japón.

—¡Por fin llegas, nagüeboná! ¡Un año, pues! —Se quejó saltándose del agarre de Japón y cruzándose de brazos.

—Debía arreglar unas cosas con ONU. —Se excusó—Ya no hay tiempo que perder, ¿nos vamos? —Le mostró su brazo.

El venezolano se agarró del brazo de Japón y comenzó a caminar con él, el bicolor giró un poco el rostro viendo al estadounidense hervir de rabia, lo único que hizo fue dedicarle una sonrisa ladina, si Canadá no hubiera agarrado a su hermano del brazo, ya el de cincuenta estrellas se fuera tirado encima de Japón a golpearlo.

Finalmente salieron de las instalaciones de la ONU, fueron hasta una estación de trenes y se detuvieron viendo un mapa en la pared.

—¿Vamos a Shibuya? —Preguntó Venezuela sonriendo con emoción.

—Uhm... ¿Qué tal Nikkō? —Lo miró de reojo, el venezolano hizo una mueca de horror.

¡Coño 'e tu madre! —Gritó soltándose del agarre del japonés, quien lo miró confundido—¡Hasta en Japón está ese desgraciado, nojoda, bien bueno pues!

Le tomó un rato a Japón para poder caer en cuenta de la situación, suspiró y negó con la cabeza tomando a Venezuela de los hombros para que dejara su escándalo.

—Nikkō es una pequeña ciudad congelada en el tiempo, allí puedes ver cómo era mi país en la era Edo, hay templos y demás, también puedes vestirte como ninja. —Explicó pacientemente.

—¡¿En serio?! ¡¿Así como en Naruto?! —Preguntó con emoción, Japón alzó una ceja y suspiró rendido.

—Algo así, ¿vamos? —El venezolano asintió rápidamente.

Ambos subieron al tren, Japón dejó que Venezuela se sentara del lado de la ventana, amaba ver esa sonrisa de emoción en el pequeño de estrellas, podría jurar que sus ojos brillaban mientras admiraba el recorrido.

Finalmente el tren se detuvo en su estación, cuando Japón se levantó Venezuela rápidamente tomó su brazo para no perderse.

Japón moría internamente de ternura.

—Aquí estamos. —Avisó entrando a la ciudad, o mejor dicho pueblo.

Unos humanos los recibieron y luego los condujeron hacia una casilla especial donde decidían qué serían, Japón escogió ser samurái mientras que Venezuela se debatía mentalmente si escoger esposa de samurái o ninja, ya que quería usar kimono pero un ninja con kimono no se camufla muy bien que digamos.

Terminó escogiendo ninja, luego los llevaron a otra casa donde les enseñarían a blandir una katana, cuando dicha espada fue entregada a manos de Venezuela, sentía como todo el poder interior finalmente daba luz.

¡No soy su jeva! »VeneWhere stories live. Discover now