"Un día, tendrán una alianza"

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Ambientado en: Harry Potter y el secreto del Lago Negro.

"Un día, tendrán una alianza"

1994

En el verano de 1994, un Draco de catorce años se cubría la boca para contener un bostezo. Eran las nueve de la mañana y ya había revisado el árbol genealógico de los Greengrass dos veces; la familia directa de Daphne y Astoria era pequeña, pero varios miembros de la sociedad sangrepura con ese apellido formaban parte de una línea diferente, y gran parte de ellos eran socios de los Malfoy.

Lep dormía sobre un conjunto de apuntes, en la esquina de la mesa, convertido en una bola de pelo. Draco se alejó un poco del escritorio y bebió la taza de té que Dobby le dejó unos minutos atrás. Ya estaba tibia.

Tan pronto como escuchó que la puerta de la biblioteca se abría, empujó la silla de vuelta a su posición original, apartó la taza, y se enderezó. Lucía una expresión de practicada seriedad para el momento en que su madre entró, y se lo encontró releyendo la información de los Greengrass.

Narcissa le enseñó una sonrisa débil, pero divertida. Rodeó la mesa, se aproximó a su hijo y le besó la cabeza al pasarle por un lado. Su madre podía ser una bruja severa y una instructora estricta; sin embargo, también era consciente de que su hijo tenía sólo catorce años. Y ningún chico de catorce quería pasar el verano memorizando datos de otras familias, cuando su mejor amigo lo había invitado a jugar Quidditch infinidad de veces. Nada más sus tardes y cuando dormía en casa de los Potter era libre de lecciones.

No le sorprendió que su madre colocase otro pergamino sobre la mesa, levitando al conejo dormido hacia un escritorio desocupado. Lep ni se enteró.

—¿Empezaré con los socios comerciales internaciona...?

Sus palabras quedaron en el aire, en el instante en que abrió el rollo y divisó la primera línea. El apellido.

Potter.

Levantó la cabeza y observó a su madre, con el entrecejo arrugado.

—Los Potter no tienen tratos con nosotros —musitó, vacilante. Estaba seguro, lo había estudiado bien, pero no podía decir que su madre no hubiese conseguido algo.

Narcissa acercó una silla para tomar asiento a su lado y pareció sopesarlo por unos segundos.

—A pesar de que justo ahora no tengan...tratos con nosotros, en un futuro, los tendrán. Y unos muy buenos.

Draco no pudo evitar arquear las cejas.

—¿Nos dedicaremos a las pociones, madre?

Ella negó, todavía con esa sonrisa sutil. Le acarició el contorno del rostro con los nudillos, y Draco ladeó un poco la cabeza, recargándose en su contacto suave.

—No, habrá una alianza. Algo muy importante —aclaró, frente a la mirada curiosa de su hijo—, sé que te agradará.

Bueno, tenía que admitir que sonaba divertido tratar "asuntos sangrepura" con Harry. Asintió y regresó su atención al pergamino, echando un vistazo a la información.

—¿Qué tengo que memorizar...?

—El árbol genealógico, la historia familiar, informe comercial, y su Legado.

A Draco se le escapó un débil "ah". Mucha información. Debía tratarse de una alianza en verdad importante. No solían prestar atención al Legado de socios comunes.

Observó a su madre de reojo un instante, pero ella le dio un ligero apretón en el hombro, y le recordó que cuando hubiese terminado, tendrían una clase de idiomas, antes de que pudiese ir a casa de Harry. Apenas abandonó la biblioteca, Draco se dedicó a leer para sí mismo la información en el pergamino de los Potter.

—0—

Veinte años más tarde, en ese mismo sitio, Draco veía a su madre firmar un documento que le llevó, y se le ocurrió soltar un:

—Cuando me pediste estudiar a la familia de Harry, ¿sabías que me casaría con él, madre?

Narcissa apenas alzaría la cabeza lo justo para enseñarle esa sonrisita de aquel día.

—Mi dragón —Le ofreció el documento firmado de regreso—, lo he sabido desde antes de que se conocieran ustedes dos.

Draco sólo se rio, incrédulo.

Rayo de solWhere stories live. Discover now