Merodeadores 2000

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Merodeadores 2000

Sucedió durante el viaje en el expreso de Hogwarts.

Antares le había prometido a sus padres que se portaría bien, que tendría cuidado, escucharía a los profesores Black y Snape, y haría sus tareas. Y no comería sólo dulces, claro. Le costó decidirse por un compartimiento, al notar que su hermano mayor no se encontraba por ninguna parte. Se suponía que lo acompañaría para no quedarse solo entre los demás estudiantes.

Alrededor de una hora después de que el tren empezó a moverse, Orión apareció en la puerta del compartimiento. Saludó con una sonrisa encantadora a los niños de primero que estaban allí, y se fijó en Antares, haciéndole gestos para pedir que saliese.

Apenas lo siguió y pisó el corredor, el mundo se oscureció. Alguien le había colocado una tela negra sobre la cabeza, tapando su campo de visión. Hubo susurros, siseos, un gruñido, y empezó a ser arrastrado y tirado. Trastabilló, chocó con alguien, reconoció la voz de su hermano en un "¡no sean animales, es delicado!", seguido de una respuesta malhumorada.

De pronto, fue empujado dentro de otro compartimiento y escuchó la puerta cerrándose. La tela que le cubría el rostro le fue arrebatada. Parpadeó ante la luz de cuatro varitas alzadas, proyectando diferentes lumos. Distinguió el rostro de Orión entre ellos. Gideon Nott estaba a su lado. A los otros dos no los conocía.

—Repite después de nosotros y no te saltes ninguna palabra —indicó Orión, en tono solemne—. Juro que mis intenciones son las mejores.

Tras un leve titubeo y una mirada seria de su hermano, Antares repitió:

—Juro que mis intenciones son las mejores.

—A menos que nos fastidien —siguió Orión—, entonces serán las peores.

Alguien contuvo una risita.

—A menos que nos fastidien, entonces serán las peores...

—Puedo morder como serpiente —añadió Gideon, más bajo. Él observó a Orión asentir, así que también lo repitió.

—Puedo morder como serpiente.

—Rugir como león —continuó la única chica del grupo. Tenía el aura inconfundible de una bruja con sangre Veela.

—Rugir como león.

—Pensar como águila —agregó el otro chico, el que no conocía.

—Pensar como águila.

—Trabajar como tejón —retomó Orión.

—Trabajar como tejón.

—Sé de hechizos y maldiciones, conozco cómo se hacen las pociones. Estas son cosas que debo recordar para ayudar...

Las frases seguían rotándose y Antares repitiendo.

—...ayudar a los que nadie escucha...

—...y darles voz si no pueden hablar...

—...no desesperar...

—...y siempre, siempre —finalizó Orión, de nuevo—, por el colegio merodear.

Las cuatro varitas se tocaron en la punta y permanecieron así, produciendo un leve chisporroteo. Orión cabeceó hacia estas.

—Tienes que poner la tuya ahora, Ares.

Antares la extrajo de su manga y tocó el punto de unión. Brotó una chispa azul blanquecina que pronto se perdió en el aire. Todavía contenía el aliento, aturdido, cuando Gideon encendió la verdadera luz de la cabina.

Rayo de solWhere stories live. Discover now