La poción perfecta

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Ganó por mayoría y...

Este abarca antes y después de la historia ;)

La poción perfecta

Para Regulus, el amor es como una poción.

Necesitas los ingredientes correctos. Nada funcionará si te equivocas desde el principio.

—¿...me llamaba, profesor Slughorn?

—Ah, sí, muchacho. Ven aquí, ven aquí- —Slughorn gesticuló por un instante, al intentar recordar su nombre. No paraba de invitarlo a entrar.

Regulus permanecía sentado frente al escritorio del maestro, un poco encogido, cabizbajo. Cuando notó que el estudiante que llamó se colocaba a su lado, apenas lo observó de reojo.

—Mira —decía el profesor, apuntando a Regulus—, este chico de aquí es un Black. Sabes cómo son los Black- tú estudias con uno, ¿cierto? Sí, sí- bueno, tiene talento. Y un comportamiento más... adecuado que su hermano mayor. Pero ha hecho explotar dos calderos en una semana, y la verdad es que no encuentro motivo; usa los ingredientes correctos, lleva a cabo el procedimiento...¿tú podrías...?

Severus resopló, pero no encontró una manera de negarse que no sonase excesivamente brusca. Miró de reojo al niño de primero que ya lo veía a su vez, y le frunció un poco el ceño. Regulus se mordió el labio y bajó la cabeza de nuevo. Se dedicó a juguetear con sus dedos, sobre el regazo, mientras los oía conversar sobre cómo el estudiante mayor podría ayudarlo.

Necesita que realices tus procedimientos de acuerdo a las instrucciones.

Severus quería matarlo. Reconocía ese fuego de rabia en los ojos. Su madre lo tenía frente a Sirius con frecuencia.

Regulus tragó en seco y se alejó un paso. Cuando pareció que su tutor empezaría una larga diatriba, Regulus se resbaló con la viscosidad verde regada por el suelo, del último estallido de su caldero, y cayó con un ruido sordo.

—Vamos a...

Sí, Severus lo mataría. Si no lo hizo por la explosión, lo haría porque acababa de resbalar también. Se golpeó con el borde de la mesa y terminó sentado, frente a él, cubierto de una masa densa y extraña con olor de ácido. Su nariz empezó a arrugarse de inmediato.

Regulus temblaba, conteniendo la risa. Su cara comenzaba a ponerse roja, el aire se le escapaba en resoplidos.

—Eres un...—Severus recogió parte de la mezcla y se la arrojó a la cara, frunciéndole el ceño por burlarse de él. Regulus fue derribado, su ropa, cabello y piel ensuciados. Tirado sobre el suelo, se echó a reír con fuerza.

El mayor lo observó vacilante, bajando el brazo con que había agarrado más de la masa. Pareció creer que Regulus estaba loco, y eso sólo le hizo más gracia. Se señaló la cara, y Severus le dirigió otra mirada confundida, hasta que se tocó su propia mejilla con la mano limpia.

Tenía un bigote verde y una imprecisa barba, hechos de salpicaduras.

Severus sacó la varita de su manga y envió una ola de mezcla verde contra Regulus, que cayó sobre el suelo de nuevo, rodó, y fue aplastado por una milésima de segundo. Apenas logró reacomodarse, deslizó su propia varita fuera del uniforme, y ejecutó un encantamiento. El otro lució desorientado por un instante, tiempo suficiente para que el caldero flotase sobre su cabeza y vertiese la mezcla restante sobre él.

—¡Regulus Black! —gritó, apretando los labios para contenerse de maldecirlo, al tiempo que se limpiaba masa verde de la cara.

—¡Me tengo que defender, si tú empiezas! —alegó Regulus, alzando las manos para que las tuviese a la vista.

Rayo de solWhere stories live. Discover now