Guardia de honor

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Inframundo

- ¡Mi señora! ¡mi señora! a...aun vi...vive...-. Entre gritos y con agitada respiración interrumpe a través de un camino que divide dos grupos hasta llegar tropezando y componiendo su postura al arrodillarse como lo están otras cuatro figuras encapuchadas enfrente de él y delante de todos ellos, esta una bella mujer de cabello rojo sentada en un trono.

-Caseus explica este comportamiento, ahora-. Sentencia con una mirada fulminante la bella mujer de cabello rojo provocando que el centurión tranquilice su respiración ante los ojos enfurecidos que siente sobre él. Las miradas de los grupos, al encontrarlas se percata que solo uno es la excepción, a su derecha está un recién legionario con su armadura congelada y en algunas partes con quemaduras.

-Mi señora ¡Atena lo sabe! sabe que hemos regresado y como prueba, ha nombrado un nuevo caballero de libra.

Los ojos brillan de las cuatro figuras al voltearse hacia Caseus, un brillo de incredulidad, el único que mantiene un comportamiento distinto es el legionario a su lado, más bien de molestia.

-Caseus, el tiempo en el inframundo te ha hecho ver fantasmas entre los vivos-. Con voz dulce y seductor lo menciona una entre las figuras encapuchadas.

-Eso se podría decir de tu legionario al mencionar que lucho contra un caballero dorado-. Interrumpe otra figura, esta vez una voz estricta, como si fuera una madre furiosa regañando a uno de sus hijos. La tensión entre sus miradas es suficiente para que abra la boca la bella mujer de cabello rojo sentada en el trono.

-Tal comportamiento es indigno de sus puestos como pretores-. Antes de que hable la bella mujer, se pronuncia una voz masculina desde detrás de los grupos que llama la atención, no solo por el tono severo y de autoridad que se escucha de él, sino por un cosmos agresivo, mientras avanza el hombre con una armadura más adornada que la de los otros con un cristal dorado en el centro y cubierto por su casco, de un color blanco mármol y con una capa purpura que ondea desde su hombro hasta su espalda hasta arrodillarse frente a la mujer, más cerca que las otras cuatro figuras que solo ven su capa.

-Suprimí la rebelión de las almas de los dorados-. El tono de voz del hombre es más suave que antes ahora que se dirige hacia la mujer en el trono.

-Es grato escuchar buenas noticas, nada menos de ti. Arion, pretor de la quinta legión Sulla.

-Mi señora sin desmeritar los logros de Arion me gustaría hablar a favor de Caseus. Su enfrentamiento, a juzgar por su armadura dañada, así como le he informado son pruebas de que el ejército de Atena está formado por su elite dorada, debemos de reconsiderar nuestras estrategias.

-Que es lo que sugieras entonces Albeodo-. Sentencia la bella mujer esperando alguna ingeniosa respuesta ante el problema que planteo el legionario que medita en silencio.

-Con su permiso mi diosa, creo proponer una solución. Las nereidas de Poseidón, pueden ser útiles para esta tarea, podrá ser de beneficio a nuestras tropas, solo si me autoriza y me acompaña-. Con un ademan de la bella mujer de cabello rojo y levantándose de su trono avanza hasta pasar el pretor que la sigue mientras todos ven con envidia y otros con respeto a Arión. Al estar lejos de los grupos, Arión alcanza a la bella mujer para solo tomar aire y abrir sus labios

-No debe gastar palabras en seres de bajo rango, mi señora y mi diosa. Yo la escoltare.

Tokio, Japón

En la lujosa mansión Kido, en uno de los salones con grandes ventanales en un par de antiguos, pero lujosos muebles se encuentran reunidos dos chicos, Hyoga y Shun.

-Por lo que nos contó Shiryu por teléfono le sucedió algo similar como a nosotros ¿hay noticias de Ikki?

-Aún no, mi hermano no le gusta ser interrumpido mientras viaja.

Sailors y Saints: las diosas de la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora