Capítulo XL

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Se quedaron más tiempo recorriendo el teatro con la guía del profesor Rengoku. Zenitsu se había ido al baño para lavarse el rostro con la compañía de sus amigos para la desgracia de Uzui, quien buscaba un momento a solas con el rubio para explicarle las cosas. Tanjirou veía con preocupación a su amigo, luego de escuchar la historia desde el punto de vista de Inosuke, no pudo enfadarse aún más con su profesor de artes. 

— ¡Tenías que verlo! ¡Es un desgraciado! — exclamó Inosuke. Tanjirou le dijo que era suficiente, haciéndole señas para que se detenga ya que eso empeoraba la situación del rubio. — Argh —  se quejó lanzando un puño a su mochila. En verdad que quería golpear al profesor y a esa chica. 

— Bien, al menos nos vamos a casa luego de esto... — habló Tanjirou ayudando a su amigo rubio a arreglarse. Zenitsu asintió y suspiró. Sus ojos aún estaban rojos así que por fin pudo darle valor a aquellos lentes oscuros que usaba Inosuke. Se los puso y miró nuevamente su reflejo en el espejo. 

— No me gustan sus marcos rojos — se quejó con una mueca. Salieron del baño para ir al patio, encontraron un lugar de infantes y siguieron a Inosuke, quien iba corriendo hacia los columpios. Estaban en un espacio especial para niños, ingresaron de todos modos, ignorando el cartel que advertía el máximo de edad permitido.

 — JA. Ese letrero no me va a detener porque yo no sé leer — dijo Inosuke ya columpiándose. Tanjirou se sentó en el columpio de al lado y Zenitsu se adentró a un mini carrusel que giraba solo si alguien lo empujaba. — Monjirou, ¿acaso estabas sentado al lado del trasero de Rengoku sensei? — tanteó con burla. Zenitsu y Tanjirou se sobresaltaron con ese lenguaje que seguía escandalizándolos. Inosuke entornó los ojos.

— OH, cierto... — Zenitsu sonrió de lado, empezaba a superar el mal momento que tuvo. — Pobre Giyuu, su chico no olvida al ex — se burló. 

— ¡Hey! — Tanjirou se tapó el rostro para ocultar su sonrojo. — ¡Hablan como si hubiera sido pareja de los dos! NO LO HAGAN — exclamó asustando a sus amigos. Inosuke empezó a reír, contagiando al rubio. Tanjirou rodó los ojos y sonrió. — Pero confieso que me pareció extraño que se haya acercado a mí. —

— Yep — respondieron Inosuke y Zenitsu al unísono. — ¿Qué crees que esté tramando? ¿De qué hablaron? — preguntó el rubio con interés. Se levantó y salió de aquel carrusel para sentarse en el último columpio disponible. 

— Pues, estábamos comentando sobre la obra. Ya saben cómo es Rengoku sensei, es muy amable y cariñoso. Pero Akaza estaba del otro lado de él. — comentó Tanjirou. Inosuke negó con la cabeza.

— ¿Qué onda con esos que quieren romper familias? — preguntó con molestia. Tanjirou y Zenitsu lo miraron con confusión. — ¡Hablo de Akaza y esa chica tonta que se entrometen con sus novios! —

— HEY. Primero que nada, Rengoku sensei y yo nunca fuimos nada. — se defendió el de cabellos burdeos. 

—  Pero estarías con él si no fuera por ese estúpido chico — señaló Inosuke. — Creo que es hora de sacar mi metralleta. Es la única solución. — dijo rechinando los dientes.

Decidieron regresar, uniéndose al grupo nuevamente. Zenitsu se pegó a sus amigos, colocándose en el medio para que ni Uzui ni Kaigaku se acerquen a él. Aún portaba esos lentes llamativos de Inosuke, por lo que llamaba más la atención. Se dejaba guiar por sus amigos, quienes lo tenian sujetado de cada brazo. —JA. Ni que estuviera inconsciente o qué. — comentó Inosuke riendo.

El profesor de artes trataba de alejarse de su acosadora. ¡No le perdía de vista! Maldición. Ume estaba contenta a un lado de su profesor, quiso tomar su mano, pero Uzui se llevó ambas manos en el bolsillo de su bata. La miró e hizo un globo con el chicle que estaba mascando, quiso adelantarse, pero la chica se había vuelto a poner a su lado. Entrecerró los ojos y apresuró los pasos para caminar al lado de Kyojuro. Intentó ubicarse en medio de Iguro y su amigo, fracasando en el momento en que estaban cruzando la calle. No empezaría a correr para alcanzar a su amigo, pero era lo que más quería hacer ahora. No tuvo de otra que dejar que Ume caminara a su lado. 

ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora