Las tareas se multiplicaban, tenía que seguir evaluando los uniformes, repartir las carpetas y organizar el baile. Hizo una mueca de desagrado. No había dormido nada anoche. Saludó a sus amigos que se iban aproximando a él y empezaron con su labor de siempre.
— Como que el tiempo pasa muy rápido — Inosuke habló nostálgico. Al parecer había amanecido con dudas existenciales. — ¿Ustedes le ven algún valor a las cosas? — preguntó con el ceño fruncido y pensativo.
— ¿Qué le pasaba? — murmuró Tanjirou a Zenitsu. Se encogieron de hombros. — Supongo, el día pasa muy acelerado, pero siempre hay tiempo para disfrutar de algo — comentó Tanjirou. Inosuke lo miró con recelo.
— A algunos les parece que el tiempo va muy lento. Verás, si hipotéticamente tienes un accidente de tránsito y quedas con lesiones muy graves y nunca mueres, el tiempo será tortuoso, pues la espera de la ambulancia parecerá eterna — comentó iluminado. Sus amigos lo miraban con preocupación.
— Nada más quería una simple respuesta — respondió Inosuke luego de un largo silencio. Zenitsu entornó los ojos.
— El tiempo es relativo, cerdo filósofo — añadió el rubio para resumir su argumento. Tanjirou asintió dándole la razón e Inosuke volvió a quedarse pensativo, para luego empezar a comer una barra de chocolate.
Ingresaron al aula y se ubicaron en sus respectivos asientos para esperar al profesor de matemáticas, que no tardó en llegar. Inosuke se había tomado más confianza, creyendo firmemente que su profesor ya estaba evangelizado con agua bendita y todo, por lo que se preparó su desayuno con calma. Sanemi rodó los ojos y empezó a escribir en la pizarra para dar por iniciada la clase. Tanjirou y Zenitsu lanzaban risitas al ver que el profesor empezaba a inquietarse por el ruido que estaba haciendo Inosuke. Se callaron cuando lo vieron girarse hacia ellos con una sonrisa forzada y una expresión que intimidaba a cualquiera.
— ¡Hashibira san!, eso no es un desayuno — dijo rechinando los dientes y lanzándole una tiza, sobresaltando al de hebras azuladas.
— Todo se rige en los distintos puntos de vista, profesor Sanemi. Las personas tienen percepciones que no siempre coinciden — respondió concentrándose nuevamente en su desayuno. Sanemi apretó los dientes.
— ¿Te crees mejor que yo? — preguntó aún rechinando los dientes, parándose frente a su alumno, desprendiendo un aura sombría. — ¿eres idiota o qué? —
— Uy, ya se enojó... — murmuró empezando a comer. Sanemi lo miró amenazante. ¡Qué insolencia!
— Hashibira Inosuke, ¡REPORTADO! — sentenció dando un golpe al escritorio de su alumno, para luego ubicarse nuevamente frente a la pizarra para seguir con la clase.
— De nada, vuelva pronto — respondió bebiendo su jugo de piña colada. Eso encolerizó más al profesor que terminó rompiendo su regla por la mitad, asustando a todo el salón.
Tanjirou y Zenitsu estaban asombrados, la tensión que se había formado era muy fuerte hasta palparse. Se giraron a ver a su amigo, quien jugaba con su calculadora a la vez que comía sus taquitos. Los jueves eran días de tacos. Así lo había proclamado Inosuke. ¿Cómo era inmune al aura de Sanemi? Se preguntaron aún incrédulos.
— ¡Wow! ¡Cuánta intensidad! — exclamó Zenitsu luego de clases. Miraba con diversión a su amigo, quien se encogió de hombros.
— ¿Irás a ver si tienes un reporte? — preguntó Tanjirou colocándose al lado de su amigo. Tendrían que ir a clases del profesor Tomioka, pero en realidad Giyuu solo estaba enfocado en los que participarán en el torneo.
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Profesor
Romance¿Qué manía había en todos para enamorarse de sus profesores? No podía creer que hasta su propio amigo caía ante el encanto de uno de ellos. La curiosidad lo llevó muy lejos, hasta que se encontró al final del camino con los sentimientos a brotes por...