Capítulo LIV

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Zenitsu sonrió y soltó un suspiro de alivio. Al parecer su profesor ya no estaba molesto. — Si es para volver a presumirme a tu nuevo novio, mejor te cuelgo — amenazó. El rubio solo entrecerró los ojos. Se apresuró en responder al prever que podría estar hablando en serio.

— ¿Me puedes venir a buscar? — preguntó sin saludar. Si Tengen no lo saludó, él tampoco lo haría. Frunció el ceño al no escuchar respuesta, iba a volver a hablar, pero finalmente respondía.

— ¿En dónde estás? — Zenitsu le explicó el lugar donde se encontraba y Uzui prometió llegar lo más pronto posible. El albino estaba un poco confundido, su chico estaba en un cementerio ¿por qué? ¿Se perdió de algo? No quiso preguntar por teléfono porque eso solo lo haría perder más tiempo, además estaba lloviendo y seguro su rubio estaría apresurado.

Estacionó el auto y se bajó a buscar a Zenitsu. No le dio tiempo para devolverle la llamada para avisarle que ya estaba llegando, apresuró sus pasos y lo visualizó bajo un árbol. Se acercó a él con el ceño fruncido. — Está lloviendo y tú estás aquí exponiéndote a la enfermedad — reclamó estirando su brazo y atrayéndolo a su cuerpo. — ¿Qué hacemos aquí? — preguntó bajando la mirada para ver a su chico. Estaba empapado, eso hizo que el albino negara con la cabeza.

— El abuelo murió — confesó levantando la mirada para conectarla con Uzui. El albino se sintió descolocado y lo miró con preocupación. — Hace cuatro días — explicó.

— Vámonos al auto — dijo quitándose la chaqueta para ponerla encima del rubio y así lograr cubrirlo de la lluvia. Rodeó su hombro y empezaron a caminar hasta llegar al auto. Uzui ayudó al rubio a subirse para luego ir a su asiento, encendiendo el motor. — Zenitsu, debiste habérmelo contado antes. Lo siento mucho... — dijo volteando a ver a su chico. El rubio negó con la cabeza.

— Es que quería estar un poco solo en ese momento... — se excusó, el albino lo miraba con preocupación.

— No tienes por qué estar solo, sabes que yo siempre estaré para lo que necesites — respondió agarrando su mano. — ¿Y cómo estás? — tanteó, llevando su vista al frente para empezar a conducir. Tenía que llevar a Zenitsu lo más pronto posible a su casa para que pueda quitarse esa ropa húmeda o sino enfermaría.

— Estoy bien, mejor — respondió mirando el camino. — ¿Puedo ir a tu departamento? —preguntó, llamando la atención del profesor. Uzui se desconcertó y miró a su rubio una vez que quedaron en el semáforo en rojo.

— ¿A mi departamento? — Zenitsu asintió aún sin devolverle la mirada. Uzui volvió a mirar al frente y a acelerar. — Está bien... — respondió tomando otro camino.

El departamento de Uzui no quedaba tan lejos del lugar de donde partieron, así que ya habían llegado. Zenitsu miraba con curiosidad todo a su alrededor. Era un edificio pequeño, pero acogedor, de un estilo moderno y bonito. Uzui lo había agarrado de la mano para subir al ascensor y llegar a su piso. Se frenaron frente a su puerta y esperó, viendo cómo el albino sacaba sus llaves y la abría. El rubio miró con curiosidad su llavero. — Unas ratitas peculiares — comentó, Uzui asintió con una sonrisa divertida y lo invitó a pasar.

El rubio no tardó en husmear discretamente todo lo que había en el departamento. Tenía un dormitorio con una cama grande que parecía cómoda. Una cocina aparte, no tan espaciosa, pero lo suficiente para que una sola persona pueda cocinar libremente. Una sala comedor y un baño. Aparentemente todo estaba limpio, pero había botes de pinturas, lienzos y algunos pinceles desperdigados por el suelo. Masas de arcillas en las mesas y maquillaje sobre un estante. Esos lienzos le daban color a aquel departamento un poco gris. Se giró sobre sus talones, chocando con el albino.

ProfesorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora