👑 Capítulo 8: "Extrañas presencias"

4.4K 360 55
                                    


👑Capítulo 8 👑

De niña había sentido como si me estuviesen persiguiendo. La vieja Tata, mi abuela, decía que muchas veces los arbustos tenían ojos y que solo eran los espíritus del bosque, aquellos que se encargaban de proteger su hogar.
Pero no.
Aquello no era parecido ni por asomo a un espíritu. Hacía tiempo que no sentía esa sensación y justo aparece un día después de mi boda, después de una Luna Llena, después de haber visto a Brends merodeando por la cabaña y ahora, al verlo a unos pocos metros.

-Vámonos.-murmuré sin sacarle la vista de encima.

-¿Qué ocurre?-el tono de Klaus se relajó y se puso alerta al mismo tiempo.

 Tantee detrás de mí y lo tomé de la mano.

-Debemos encontrar a Rebekah e irnos.-insistí, dándome la vuelta, arrastrándolo conmigo.

-¿Te da miedo ese hombre?-preguntó con sorna.

-No.-respondí, secamente. Al hacer unos cuantos pasos, lo solté.- ¿No tienes idea de lo que es y quién es, verdad?-

-Sí, un sujeto.-lo miré con una ceja enarcada.

-Es un hombre lobo.-expliqué.-Y, bueno, la manada de hombres lobos está a su disposición.-

-Hum...-

-Mira, mejor encuentra a tu hermana y vayámonos.-señalé el puesto de telas y le di empujones para que vaya por Rebekah.

Mientras él se alejaba, miré por encima de uno de los toldos. Brends seguía parado en la entrada de la plaza. Muchos de los comerciantes ya comenzaban a murmurar entre sí; algunos mencionaban la palabra "bestia".  Salí un poco de la protección de los puestos y lo miré. Brends parecía estar completamente ajeno a lo que decían. Pero parecía estar mirando en la dirección por la cual Klaus y yo nos habíamos ido. ¿Nos habría visto? Seguro. Me mordí el labio. Desde la lejanía podía distinguir el color de sus ojos: eran una mezcla de verde, como los míos, pero había motas amarillas en los alrededores. Casi...casi que se podría decir que tenía una mirada...poderosa, como digna de un verdadero...alfa, o como sea que ellos se denominen a sí mismos.

Estaba por retroceder cuando noté que Brends miraba en mi dirección. Tragué saliva y di la vuelta, al hacerlo me lleve un susto: Ethan estaba detrás de mí.

-¿Estás bien?-preguntó, colocando sus manos sobre mis hombros.

-No vuelvas a hacer eso.-jadee, respirando hondo.

-Lo lamento.-sonrió de lado.- Te vi salir de...tu casa. Estaba por alcanzarte, pero te me escapaste, hermanita.-

-Sí, Rebekah tenía prisa.-repuse, acomodándome el cabello.- ¿Se te ofrecía algo, hermano?-

-Solo una cosa.-apretó ligeramente mis hombros. Eso me parecía raro. Ethan no era de expresar afecto hacia nadie.- Quería saber cómo te sienta tu matrimonio.-

-Oh...bueno, no me quejo.-reconocí.

-¿Te ha hecho algo en contra tu voluntad?-

-¡No, no!-me apresuré a decir.-Para nada. Elijah es un caballero, hermano.-

-Me alegro de escucharlo.-quedó en silencio durante unos segundos, aún con sus manos sobre mis hombros.-Solo quería saber eso.-

Me daba ternura su preocupación.

-Gracias por estar pendiente.-le sonreí de lado.

-Bueno, después de todo, eres mi hermanita.-me acarició la mejilla.-Es mi deber como hermano mayor protegerte.-alguien, detrás de nosotros, bufó. Miré por encima de mi hombro y el corazón casi se me desbocó. Brends estaba a no menos de tres metros de nosotros, fingiendo estar interesado por unos abrigos de pieles.- Perdone.-Ethan me colocó detrás de él.- ¿Tiene algún problema?-

-No molestes, niño.-

-Ethan, déjalo.-pedí, tomándolo del brazo pero él se liberó.

-¿Estaba escuchando la conversación que tenía con mi hermana?-Brends volvió  a bufar y rodó los ojos.- Le he preguntado algo.-gruñó.

-Ethan.-repetí, utilizando un tono más alto.- Ya basta.-de reojo vi que los demás aldeanos se estaban congregando a nuestro alrededor. Algunos cargaban sus hoces.

-Me intimidas, muchachito.-ironizó Brends, mirando un chaleco de piel de oso.

-Ni tú ni nadie de tu gente debería de estar pisando nuestro pueblo.-bramó Ethan.-Es más, creo que deberías volver a tu mugrienta cueva, después de todo, ahí es donde pertenecen las bestias.-algunos aldeanos lo apoyaron, alzando sus hoces. Brends dejó todo sobre una tabla y apretó los nudillos.

-¿Cómo me llamaste, mocoso?-preguntó, confrontando a mi hermano.

-Bes...-y antes de que pudiese terminar, Brends estrelló su puño por debajo de su boca. El señor Karkarov se apresuró a apresar a Brends con sus corpulentos y musculosos brazos.

-¡Ethan!-grité, cuando él trastabilló y cayó hacia atrás. Me arrodillé junto a él.- ¿Estás bien?-tenía el labio partido y la sangre borboteaba. Los aldeanos formaron un círculo alrededor de Brends mientras lo miraban amenazadoramente.- ¡No hace falta usar la violencia!-pedí, sosteniendo a mi hermano.

-Cállate, Thalía.-me ordenó el señor Gregovich, con la mano cerrada en torno a un cuchillo.-Y será mejor que te vayas.-

Ethan no tardó en ponerse de pie nuevamente. La camisa estaba toda manchada de sangre, pero eso a él no le importaba en lo más mínimo.

-Vas a pagar por eso.-gruñó con los ojos centellantes.-Lía, regresa a casa, ahora.-

Los aldeanos estaban cerrando aún más en dirección al señor Karkarov, quién estaba rojo por el esfuerzo, y Brends, quién parecía estar tranquilo.

-¿Qué está pasando aquí?-la gruesa voz de mi padre detuvo a los aldeanos.- ¿Thalía? ¿Ethan?-nos miró a ambos con una ceja enarcada.- ¿Qué hacen, niños?-frunció el ceño al ver a mi hermano.- ¿Qué demonios te pasó en la boca?-

-¡Me atacó!-respondió Ethan, echando fuego por los ojos mientras señalaba hacia el centro de los aldeanos.

Padre entrecerró los ojos y avanzó. Noté que su mano descansaba sobre el mango de su espada.

-¿A que debemos tu visita?-preguntó, deteniéndose frente a Brends.

-Nada de tu incumbencia, Ivannova.- gruñó.

-¿Te crees fuerte, feroz y temerario?-continuó padre, paseándose alrededor de él.- Pero te recuerdo que solo lo eres una vez al mes y eso pasó ayer.-

-Jamás subestimes a mi gente.-padre soltó un bufido.

-Thalía.-volteó hacia mí.-Regresa a casa. Volveremos en un momento. -una mano se cerró alrededor de mi brazo.

-Vámonos.-tiraron suavemente de mí, obligándome a caminar. Klaus tenía agarrada a Rebekah con su mano libre.

-¿Y ese quién es?-preguntó ella.

Pero ninguno de los dos respondió.

*.*.*

De regreso en la casa, dejé todo lo que alcancé a comprar y me senté en una silla. Respiré hondo y me pasé las manos por la frente.

-Hola.-Klaus salió de su habitación. Al parecer se había cambiado de ropa.

-Lo siento.-murmuré, bajando la vista.

-No hace falta que lo hagas.-se sentó a mi lado.

-Siento la necesidad de hacerlo.-repliqué.-No debí de ser tan ruda.-me mordí el labio.-Tengo demasiada presión sobre mí...sé que no es ninguna excusa, pero necesito que lo sepas.-suspiré y me acomodé el cabello detrás de las orejas.- En fin, ¿qué querías decirme en la plaza?-

-Bueno, cabe decir que también fui un poco...hosco.-apenas sonreí.-Lo admito.-miró el suelo durante unos instantes.-Sé que suena egoísta de mi parte, pero detesto la idea de que estés casada con mi hermano.-murmuró.

-Klaus...-ladee la cabeza y me mordí el labio con un poco más de fuerza.

-No, no.-me interrumpió.-Sé que vas a empezar con eso de "es mi deber", "tuve que hacerlo". Yo lo entiendo. Y necesito que supieses algo: sí algún día te cansas de Elijah.-me acarició la mejilla.-Yo estaré esperándote.- 

Los Orígenes 👑 | LIBRO 1 - TO | ✔Where stories live. Discover now