30. Gringotts

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Demasiado pronto llegaron al pie de los escalones de mármol que llevaban a las grandes puertas de bronce. Como Griphook ya les había advertido, los gnomos en librea que usualmente franqueaban la entrada habían sido reemplazados por dos magos, los cuales sostenían largas y delgadas varas doradas.

-¡Ah, Probity Probes, -suspiró Travers teatralmente-, tan crudo... pero tan efectivo!

Y subió los escalones, saludando a izquierda y derecha a los magos, que alzaron sus varas doradas y las pasaron arriba y abajo por su cuerpo. Las sondas, sabía Annie, detectaban hechizos de ocultamiento y objetos mágicos
ocultos. Sabiendo que tenía solo segundos, Harry apunto la varita de Draco hacia cada uno de los guardias y murmuro: -Confundo -dos veces.

Inadvertido por Travers, que miraba a través de las puertas de bronce hacia el recibidor interno, cada uno de los guardias dio un pequeño brinco cuando los hechizos los golpearon. El largo cabello negro de Hermione ondulo detrás de ella mientras subía los escalones.

-Un momento Madame, -dijo el guardia, alzando su sonda.

-¡Pero si acaba de hacer eso! -dijo Hermione con la voz dominante y arrogante de Bellatrix. Travers volteo, con las cejas alzadas. El guardia estaba confundido. Miró fijamente la sonda dorada y después a su compañero, que dijo con una voz levemente confundida, -Sí, acabas de revisarlos, Marius.

Hermione avanzó, con Ron a su lado. Annie se apresuró a pasar antes de que el efecto del hechizo pasara.

Dos gnomos estaban parados ante las puertas internas, que estaban hechas de plata y que tenían grabada la poética advertencia de un terrible castigo para potenciales ladrones.

El largo mostrador estaba atendido por gnomos sentados en altos taburetes atendiendo a los primeros clientes del día. Hermione, Ron y Travers se dirigieron hacia un viejo gnomo que estaba examinando una gruesa moneda de oro con una lente. Hermione dejó que Travers se adelantara bajo el pretexto de estar explicando las características del vestíbulo a Ron.

El gnomo dejo la moneda que estaba sosteniendo a un lado, diciéndole a nadie en particular, -Leprechaun, -y después saludo a Travers, que le pasó una pequeña
llave dorada, que fue examinada y devuelta a él. Hermione dio un paso adelante.

-¡Madame Lestrange! -dijo el gnomo, evidentemente asustado-. ¡Vaya! ¿Cómo... como puedo ayudarla?

-Quisiera entrar a mi bóveda, -dijo Hermione. El viejo gnomo pareció retroceder un poco. Annie contenía el aliento.

-¿Tiene una... identificación? -pregunto el gnomo.

-¿Identificación? ¡N... nunca me habían pedido identificación antes! -dijo Hermione.

-¡Lo saben, -susurro Griphook al oído de Harry-, deben haber sido advertidos de que podría haber un impostor!

-Con su varita será suficiente, Madame, -dijo el gnomo. Extendió una mano levemente temblorosa, con un terrible estallido de entendimiento Annie supo que los gnomos de Gringotts estaban al tanto de que la varita de Bellatrix había sido robada.

-¡Hazlo ahora, hazlo ahora, -susurro Griphook al oído de Harry-, la maldición Imperius!

Harry alzo la varita de espino debajo de la capa, señalando hacia el viejo gnomo, y susurrando, por primera vez en su vida- ¡Imperio!

El gnomo tomo la varita de Bellatrix, la examino detenidamente, y entonces dijo, -¡Ah, usted tiene una varita nueva, Madam Lestrange!

-¿Qué? -Dijo Hermione-. No, no, esa es mía...

-¿Una nueva varita? -dijo Travers, acercándose al mostrador nuevamente; los gnomos de alrededor seguían observándolos-. Pero ¿Cómo lo conseguieron, que fabricante de varitas utilizaste?

Annie y las Reliquias de la MuerteWhere stories live. Discover now