VII. La última ola

81 28 15
                                    

Diana saluda a Paola como si fuese el último día en que se verían, y aunque suene chiste es anécdota y una real.

El tiempo se había acabado y el verano ya estaba a punto de terminar.

—¿Qué quieres hacer hoy? —pregunta Diana, relajando sus brazos y alejándose del abrazo de oso que le había dado a Paola.

—No sé. ¿Te parece nadar?

—¿Ambas o solo yo?

Paola parece pensar, y arruga su naríz incómodamente.

—Las dos.

—¡Viva! —exclama Diana, saltando de un lado a otro sin parar—. Por fin nadaremos juntas. ¿Es por eso que tienes una bolsa contigo?

Ella apunta hacia lo que tenía Paola en sus manos, ella asiente.

—Sí.

No perdieron tiempo, llegaron rápidamente a la piscina que milagrosamente estaba vacía.

Diana tenía su traje de baño bajo su camisa color pastel y su short de mezclilla color naranja. Dejaron sus cosas en una esquina y Diana fue la primera en meterse al agua. Paola parece pensarlo.

—¿No te meterás? —cuestiona la chica pez dentro del agua, la chica magia le dice que no está segura, no del todo—. ¿Y si me tapo los ojos? ¡Siempre que tengo miedo de algo me tapo los ojos!

Paola le dice que sí, que no sería tan mala idea pero que no abriera los ojos, no aún al menos. La chica en el agua asiente repetidas veces, cierra los ojos y comienza a contar del diez hasta el uno.

La chica magia se quita la toalla que tenía en su cuerpo, dejándolo en el suelo y primero que nada, se sienta en el agua. Estaba fría. Después se sumerge de poco a poco, lentamente.

En el número cuatro ya estaba completamente en el agua, con tan solo sus hombros y cabeza sin mojarse.

Diana llega al uno, abre los ojos, y ve a Paola sumergía completamente en el agua, seguramente queriendo comprasre más tiempo. Segundos pasaron y se le estaba acabando el aire.

Levanta su cabeza y mira hacia los ojos de Diana.

—Hola —dice Paola, recobrando el aire. Su cabello estaba completamente mojado, pegándose salvajemente a su rostro moreno.

—Hola —dice Diana, medio embobada.

En ese momento que se da cuenta que este verano no era uno cualquiera, sino era el verano de las memorias.

El único problema era que no quería que Paola se convirtiera en una memoria.

La chica que soñaba ser un pezWhere stories live. Discover now