IX. Después de la calma

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Se quedan así, estáticas. Ninguna de las dos había dado otro beso más que el de ese momento. Era el primero de ambas, así que fue torpe y mal calculado.

Se separan.

—¿Por qué te gusto? —pregunta Paola, susurrando.

—Tus ojos tienen magia —dice Diana, como si fuese un secreto.

—¿No te parezco gorda? ¿Fea?

—No —niega—. Me pareces linda. Me gusta que seas tú, pero no me gusta que no te quieras.

—Mala autoestima —Paola repitió las dos palabra que el otro lunes había escuchado salir de los labios de Diana.

—Mala autoestima.

Paola se para, ahora hundiéndose en el agua fría, helada. Segundos pasan y sale, sus mejillas rojas.

—Te reto de aquí hasta la otra esquina de la piscina.

—Que te gano.

Paola le besa la mejilla izquierda.

—No te creas la gran cosa, Diana.

Y comienzan ambas a nadar.

La chica que soñaba ser un pezTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon