6. El parque

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Maratón 1/3

— Niko, ¿Ya casi terminamos el proyecto? Tengo mucha hambre —

Niko y yo nos encontrábamos haciendo nuestro proyecto de sociología, llevábamos alrededor de dos horas tratando de descifrar las teorías de Carl Marx.

— Joaco, tu siempre tienes hambre, ve a el parque que esta acá a la vuelta y compra algo de comer —

Niko me dio un billete de veinte y salí de su cuarto, el cual apestaba a pubertad.

Camine hacía el pequeño parque y pude ver a un chico de largos rizos vendiendo algún tipo de piedras volcánicas, tal fue mi sorpresa al darme cuenta de que lo que estaba vendiendo eran conchas.

— Hola, disculpa —

El chico de largos rizos se me quedaba viendo muy feo, por un momento pensé que me sacaría una navaja.

— ¿Cuánto cuestan las conchas? —

Nuevamente el chico se me quedó viendo con la mirada perdida.

— sinco varos —

Este chico se me hacía conocido, pero no recuerdo de donde.

— Dame una —

Para ser honesto, la compre más que nada por lastima, se veía que no le estaba llendo muy bien.

— Oye, ¿De que es la concha? —

No sabía si "concha" era la expresión correcta para lo que tenía entre mis manos.

— Umm... Zon de auténtico chocolate de Oaxaca y mil leches —

Bueno, bueno, bueno, otro fan de Aristemo, me hubiera gustado platicar con el, pero tenía prisa. Le dí una mordida a la "concha" y pude sentir como mis papilas gustativas eran masacradas lentamente.

— Están súper buenas —

Diosito, sé que mentir es pecado, pero mayor pecado es dejar a este pobre cholo sacanavajas a la deriva.

— Avr —

Nada más veía como se metía ese trozo de carbón con sabor a patas y sobaco a la boca.

— ¡SUPUTAMADRE! —

Me le quede viendo.

— Memame —

Okey, a lo mejor este morro tiene una autoestima muy alta o le entra duro a los estupefacientes.

— Umm... Me puedes dar otra —

Puedo aguantar un fuerte dolor de estómago y escuchar los regaños de Niko por haberme gastado su dinero, por ver a ese cholo sonriendo.

— Simon bonito —

¿Me dijo bonito?

— ¿Qué? —

— khe¿ —

— sinco baros compa —

Le dí los otros cinco pesos y con los otros diez que me sobraban compre un refresco antes de morir de un empache.

[...]

— ¡COMO QUE TE GASTASTE TODO EL DINERO EN UN PEDAZO DE CARBÓN Y UN REFRESCO DE FRESA! —

Niko no se había tomado del todo bien mi elección de aperitivo, pero ese no era el punto.

— Es que no lo pude evitar Nikolas, el chico que vendía los panes tenía una mirada penetrante —

— Ujum — Niko le dió una mordida a la concha y acto seguido la escupió — La mirada no ha de ser lo único penetrante que tenga —

— ¡Nikolas! —

— Para tu información "el chico de mirada penetrante" al que le diste mi dinero a cambio de ese pedazo de piedra se llama Emilio, va un año adelante que nosotros en la escuela —

Con razón se me había hecho conocido, puede que lo halla visto un par de veces en la escuela.

El cholo de la panadería | EmiliacoWhere stories live. Discover now