15. En otra vida

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Me desperté con un fuerte dolor en la espalda debido al deplorable estado de mi cama, si es así como se le puede llamar. Lo primero que hice fue cambiarme para ir con mi novio a dar un paseo. Me dirigí a la cocina dispuesto a prepararme algo para desayunar - O sorpresa, el refrigerador está vacío - tomé un poco de agua del grifo y la calenté en una pequeña olla para preparar un poco de café.

- Hola Canela, ¿Cómo amaneciste? -

Yo podía soportar varios días sin comer, pero jamás me permitiría ver a mi cachorrita Canela con hambre, tomé su plato y lo llené con croquetas.

Me acerqué a la puerta y pude ver varios papeles debajo de esta, "Aviso de desalojo" "Tiene 24 horas para abandonar el edificio" "Última advertencia, atente a las consecuencias".

Tomé las llaves y me dirigí al parque donde acordé verme con mi novio.

[...]

— Amor acá estoy —

Y ahí estaba él, sosteniendo un emparedado acompañado de una bebida fría.

— Hola hermoso —

Le dí un beso en la mejilla.

— Toma, es para ti —

Era el chico más maravilloso que pude haber conocido, jamás me juzgo por mi situación económica, él me veía tal cual soy.

— Gracias — Miré sus ojos color miel — Joaquín —

Sonrió en cuanto dije su nombre, esa leve sonrisa mejoró mi día.

— Sabes que si necesitas dinero te lo puedo prestar —

— No amor, sabes que no me gusta que me pagues la cosas —

Bufó ante mi comentario.

— Debes casi cinco meses de renta, y ambos sabemos que el dueño del edificio es homofóbico, no quiero que te pase algo. Déjame pagar las rentas que debes y después me las pagas —

— Joaco, sé cuidarme solo, tranquilo, no va a pasar nada —

[...]

— ¡Abre la puerta maldito Maricon! ¡¿Tienes mi dinero?! —

Mierda. Sabía que era cuestión de minutos para que la puerta se viniera abajo, no le tenía miedo al dueño del edificio, pero Canela era la que me preocupaba, no quería que le hiciera daño así que tomé la decisión más difícil de mi vida.

— Tranquila Cane, todo va a estar bien, sabes que te amo, pero me tengo que ir, necesito que te quedes aquí y no hagas ningún ruido —

No pude evitar llorar. Canela limpió mis lágrimas con su lengua.

— Te quiero, Canela —

La metí en el armario y la encerré asegurándome de que no pudiera salir. Sus ladridos de desesperación me rompían el corazón en mil pedazos.

Escuché la puerta abrirse, me dirigí al comedor y pude ver al dueño con un par de matones, tres contra uno, una batalla que no ganaría.

•••

Me dirigía al departamento de mi novio, sabía que probablemente no aceptaría el sobre con dinero, pero valía la pena intentarlo. Al subir las escaleras pude ver la puerta que daba a su departamento desplomada.

Entré y pude ver una escena grotesca.

Mi novio estaba tirado en medio de la sala, su rostro lleno de sangre y sin hacer ningún movimiento.

— ¡Andrés! —

Me acerqué a él intentando ayudarlo, pero había llegado tarde.

[...]

El ruido de las patrullas me sacó del trance.

— Joven, varios de los vecinos aseguran haber visto al dueño del edificio entrar por la fuerza al departamento de su novio —

La voz del policía me tranquilizó.

— Andrés le debía dinero, pero... — Volví a sollozar — Es un monstruo, esto no fue por el dinero, lo hizo por gusto, él jamás quiso rentarle el departamento a Andrés, pero no tuvo otra opción, necesitaba el anticipo —

— Puedes acompañarnos necesitamos que veas algo —

Nuevamente ingresé al departamento de mi difunto novio, nos dirigimos a la habitación y se escucharon los ruidos de unas pequeñas garras provenientes del armario. Era Canela, la cachorrita que Andrés había adoptado hace un par de semanas.

— Canela —

— ¿La reconoce? —

— Sí, es la perrita de mi nov... De Andrés — La tomé entre mis brazos — Oficial, cree que halla algún problema si la conservó —

— Adelante pequeño —

Me dirigí a mi casa con Canela en manos, ella lo único que hacía era lamer mis dedos y de vez en cuando darme pequeñas mordidas.

Eso era todo lo que me quedaba de él. Mi Canelita.

•••

— Desde entonces Canela vive con nosotros y también desde entonces no he vuelto a tener novio —

El castaño me miraba apunto de llorar.

— Joaquín, yo... Yo realmente lo siento — Emilio tomó mi mano.

— Emilio, hace mucho que no le digo esto a alguien — Puse mi mano encima de la suya — Me gustas —

El cholo de la panadería | EmiliacoWhere stories live. Discover now