Capítulo 7

1.1K 59 0
                                    

Me desperté. Estuve allí de nuevo. ¿Cómo? Traté de abrir la puerta pero no pude. Estaba bloqueada, justo como ese día la puerta estaba cerrada. No pude abrirla. La única diferencia era que no estaba allí, solo era yo en ese jeep. Lloré por ayuda. ¡Papá! ¡Adi! No pude respirar. No había aire. Traté de aspirar el aire.

Miré hacia atrás y el asiento trasero estaba cubierto de sangre, no había nadie. ¿De dónde vino esta sangre? No lo sabía. Miré hacia adelante y el espejo frontal mostró mi rostro lleno de sangre. No podía sentir dolor pero había mucha sangre en mi cara. Traté de limpiarla con mi camisa, aquí noté que era demasiado, me goteaba la nariz y también la frente.

"Es tu sangre en el asiento trasero", alguna voz interior me lo dijo. Miré hacia atrás para encontrarlo. "Ahí tienes" dijo y estaba a punto de agarrarme del brazo cuando retrocedí y caí.

Mis ojos se abren de golpe, levantándome de la cama me encuentro agarrando mi brazo, como si yo misma me estuviese atrapando.

No sé dónde estoy por un segundo.

Pero sé que es una pesadilla como todas las noches, puedo escuchar la sangre bombear en mis oídos. Mi corazón late tan rápido que siento que puedo escuchar el eco de toda la habitación. Tomando mi cabeza entre mis manos, intento calmarme, como lo intento hacer mil veces al día. Aquí, sé que ya no podré dormir; pues no puedo arriesgarme a volver allí de nuevo.

» ¿A quién engañas Sydney? Estarás con él en cuestión de días«, expreso para mí misma y siento la bilis elevándose en mis entrañas. Por esto, corro al baño para vaciar mi estómago... Me siento tan cansada cuando intento limpiarme., y mirando al espejo me encontré muy débil.

Al verme me doy cuenta que me he vuelto más delgada. Y no sé por qué no puedo subir de peso, tal vez vomito mucho hoy en día, no es mi culpa que pensar en él siempre me cause náuseas.

Salgo del baño y me doy cuenta que aún faltan 20 minutos para que se active mi alarma. Así que decido tomar un poco de aire fresco, por lo que voy a la ventana y la abro. Aunque mi habitación está oscura mis ojos se acostumbran a la oscuridad. Y es aquí cuando noto recién los ronquidos de Abigail, que es con quien comparto mi habitación.

Ella miente cada vez. Ella no es nadie para mí, todavía recuerdo cuando vine aquí por primera vez, ella fue la única que me recibió, confié en ella y la amé. Pero el día que no vino a salvarme supe que no era nadie para ella. Ha pasado mucho tiempo desde ese día. Pero la persona que más daño me ha hecho es Adi.

Ella... era mi hermana. Se suponía que ella me protegería después de papá. Fue ella quien me prometió: te proporcionaré lo mismo que tu padre me proporcionó. Sus palabras aún resuenan en mi mente. Incluso pensar en ella me hace sollozar. Y hoy no es la excepción, así que trato de poner mi mano en mi boca para amortiguar el sonido de mis sollozos para que Abigail no se despierte, ella tiene un largo día por delante. Miro su cara arrugada, ella es muy vieja y merece descansar.

»Abigail no es nadie para ti. No tienen relación sanguínea. Se suponía que no debía salvarte. Entonces no lo hizo«, me digo en mi mene.

Sí, ella solía darme falsas esperanzas y declaraciones falsas. Pero ahora no lo hace. No después del día en que supe que estaba comprometida con ese hombre malvado.

¿Qué me hará él? ¿Me hará daño como antes? ¿Me hará daño todos los días? Miro por la ventana para ver qué tan alto es. Debo acabar con mi vida, ¿por qué no termino mi vida?, pienso y en esto mi ser interior me grita: Porque eres una cobarde. Te rindes al dolor cada vez.

Todo el tiempo que he cedido ante el dolor comienza a aparecer frente a mí el día que me encerraron en el jeep. En cómo le supliqué porque me dolió mucho. Cómo me rendí ante el dolor cuando me metió en mi habitación. La vez que no pude hablar por mi padre porque tenía miedo y me rendía al dolor.

DestrozadaWhere stories live. Discover now