Viajero del tiempo.

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—¡HeeSeok! —exclamó su nombre. —¡Te vas a ensuciar la ropa, ven aquí! —regañaba su madre cruzando sus brazos.

—¡Pero mamá, quiero jugar! —pedía la infante levantándose del suelo para ir corriendo hasta la adulta.

—Lo sé mi vida, pero jugar sentada en el suelo podrá ensuciar la ropa. —se postró en cuclillas frente a su pequeña para acomodar el cuello de su vestido. —Por ahora quédate aquí conmigo, pronto todos llegarán. —acomodó su cabello igual, peinando algunos de sus pelos al colocarlos tras la pequeña oreja.

—¿Después puedo ir a jugar? —cuestionó jugando con la falda de su ropa, enredando la misma en su dedo, mirando sus manos con un pequeño puchero.

—Claro que podrás jugar. —tomó las mejillas de la niña para levantar su rostro y dedicarle un beso a su nariz.

—Está bien. —respondió con una amplia sonrisa. —¿También podré jugar con papá? —decía sin dejar aquella sonrisa.

—En cuanto llegue juegan juntos, así que ve con tu abuela que está en la cocina.

La pequeña asintió ante las palabras de quien le brindó la vida. Con un rostro lleno de alegría corrió por todo el patio del hogar para llegar a la parte frontal, ingresar e ir hasta la cocina. —¡Abuela, abuela! —exclamaba por el pasillo antes de llegar.

La anciana preparaba la cena para aquella actividad familiar, vestía un claro vestido con un delantal en claro azul. —¿Oh? —un pequeño ruido escapó al escuchar ser llamada. Así que, al dar vuelta, comenzó a reír viendo con una muy amplia sonrisa a su pequeña. —Ven acá. —limpio sus manos y tomó en brazos a la tierna niña. —Mi pequeña florecilla, ¿qué haces acá? Creí que ibas a jugar afuera. —acomodaba las ropas de la infante mientras besaba tiernamente su regordeta mejilla.

—Mamá me dijo que aún no jugara y me dijo que viniera contigo. —decía entre pequeños jadeos. —Así que vine a estar con abuela mientras papá vuelve.

—Y tu mamá tiene razón. —dejó a la pequeña en el suelo antes de ir y tomar un tazón de fresas frescas, bajó un poco su nivel y aproximó el envase a la menor. —Agarra cuantas quieras, pero shh, que tu abuelo no se entere.

La niña asintió a las palabras de su mayor, agarró tres grandes de aquellas brillantes frutas. La pureza de su sabor se veía en su color, brillaban como un par de rubíes. Sin esperar, dedicó un gran mordisco a aquel manjar, su dulzor inundó sus papilas gustativas provocando que sus salivares activaran. —¡Mm! —un sonido de pleno gusto manifestó junto a una pequeña danza de alegría. —¡Están ricas! —dijo finalmente.

—¿Verdad? Por eso también robaré una. —y tal como dijo, agarró una fresa para comer ésta en solo dos bocados.

—Ajá, las atrapé con las manos en la masa. —regañó un hombre entrando al área. —Mi esposa y mi nieta me han traicionado, esto es imperdonable. —decía con en falso infortunio.

La pequeña HeeSeok se aproximó hasta su abuelo, levantando una de sus manos tendiéndole una de esas frutillas. —Tómala. —pidió provocando que su mayor enterneciera hasta no más poder.

—Mi niña —la tomó en brazos levantándola del suelo, se aproximó a su mujer y entre el trío se creó un cálido abrazo.—, posees más bondad que cualquier hombre o mujer en el mundo, al igual que tu abuela. —besó la mejilla de su esposa, luego observó a la nena para sonreírle cálidamente. —Tu papá llegó.

—¡¿Sí?! —cuestionó con un tierno destello en sus ojos.

El anciano asintió para después bajar a la pequeña. —Está en el balcón de enfrente, ve allá.

Wrong Train ➵ Im ChangkyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora