Pergamino 11

1.5K 221 14
                                    

Mito trae la tetera en el regazo, Suzuë se está quedando dormida y yo lucho por no seguir cabeceando. Tenemos poco de viaje pero el cielo ya está oscuro y la hora de dormir próxima.

—¿Cuánto tiempo tardaremos en llegar?.

Mito me sonríe burlona.

—Tres o cuatro días, después de ésto tenemos que atravesar el mar.

—Vaya que emoción...

Comienzo a toser, desde hace días me siento indispuesta pero no creí que justo en éstos momentos la enfermedad se hiciera presente.

—¿Estás bien?.

—Sí, supongo que sólo es un resfriado.

—No lo parece... Tal vez cuando lleguemos podamos checarte.

—No es para tanto, estoy segura de que en un par de días estaré mejor.

Me mira con cara de <No me importa, aun así te voy a checar>, Mito se acomoda en su asiento, también luce cansada y parece que en cualquier momento va a caer dormida.

El carro salta como si hubiera pasado encima de algo, Suzuë se despierta sobresaltada y después de unos minutos los caballos salen corriendo llevándonos a rastras.

Es imposible mantenernos quietas con tanto movimiento, Mito cuida con ambos brazos la vasija y soy yo la que cuido que no se golpee tan fuerte.

—¡Nagisa! ¿¡Qué ha pasado!? Ve más despacio.

El grito de la pelirroja no sirve de nada y nosotras seguimos siendo arrastradas por los caballos. Decido asomarme por una ventana y en el lugar del cochero no se encuentra nadie.

—No está.

—¿Cómo que no está? Nagisa debería de...

Un fuerte azotón nos levanta y golpeamos el techo, me asomo nuevamente para ver como los caballos se safan dejando el carro libre. Las ruedas siguen andando en lo que frenan pero una cuesta abajo solo consigue acelerar la velocidad.

Nos sujetamos lo mejor que podemos mientras el carro está próximo a chocar, el viento que se cuela por la ventanilla hace más horroroso nuestro inevitable final.

Nos estrellamos contra un árbol, el techo se abre y todo mi lado queda destrozado. Mito ha caído encima de mí, la tetera está rodando muy cerca de Suzuë que está acostada boca abajo.

El costado me duele horrores y es muy seguro que tengo alguna que otra costilla rota, intento curar todo lo que puedo.

—Mi cabeza...

Mito se levanta generandome más dolor en el proceso, gimo por el movimiento y la pelirroja se quita lo más rápido que puede.

—Lo siento mucho Rumiko, ¿estás bien?.

—Siento que mi costado está desecho.

—Pues claro tú te llevaste la mayor parte del impacto.

Se acerca y comienza a curarme ella misma, Suzuë también hace ademán de querer levantarse. Parpadea un par de veces antes de ponerse sobre sus rodillas, una sensación de alivio me recorre cuando veo que prácticamente salió ilesa.

—Rumiko-sensei...

—Tranquila, Mito-sama se está encargando.

Toma un tiempo para que me permita levantarme, aún me siento adolorida pero ya puedo moverme. Un ligero movimiento nos pone alerta, Mito se asoma con cuidado y regresa preocupada.

La Primera ViajeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora