Mi profe de jardín

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Carlitos era un niño de 5 años que vivía enamorado de Paty, su profe de jardín de infantes, pero evidentemente todos lo veían simplemente como una especie de travesura de niño, aunque en verdad no era tan difícil enamorarse de ella, ya que con su carita angelical y su dulzura, era casi como salida del más hermoso cuento. Casi cada día Carlitos le llevaba una flor a su maestra y le decía tiernamente para que fuese su novia, y que él la iba a tratar como si fuera toda una princesa. Paty solo sonreía y le contestaba que eso no podía ser, porque ella ya tenía novio e iban a casarse muy pronto, pero que se sentía muy halagada por interesarse en ella todo un caballero como él. Así pasó el tiempo, y al final del año Carlitos y su familia tuvieron que irse de la ciudad, razón por la cual el niño tuvo que cambiar necesariamente de colegio, y de esta manera no ver más a su profe de jardín.

   Con el paso de los años, Carlitos crecería y se convertiría en un empresario exitoso, pero eso no impedía que deje de recordarse de su querida maestra, y cada vez que pensaba en ella solo sonreía, dándose así cuenta de lo muy travieso que había sido de niño. Pero pese a que quizás él hubiera podido tener a la mujer que quisiera, siempre decía que solo se enamoraría si algún día encontrara una chica que fuese tan linda como su profesora de jardín. Evidentemente nadie creía en sus palabras, quizás incluso hasta él ya veía solo esto como un simple decir, de lo que Carlitos nunca se imaginaría sería que un día, después de 20 largos años, el destino los volvería a encontrar a él y a su dulce profe Paty nuevamente.

   Cuando Carlitos volvió a ver a Paty no pudo creerlo, sintió como si fuese algo imposible, lo primero que hizo entonces fue acercarse a la mujer tímidamente y hacerle algunas preguntas, para asegurarse bien que en verdad fuese ella, ya que era demasiado parecida a quien en su momento había sido su profesora. La mujer le contestó que efectivamente se llama Patricia y que todos le dicen de cariño Paty, pero cómo sabía él quién era ella. Cuando Carlitos escuchó la respuesta ya no tuvo dudas, y sintió como si su corazón latiera como nunca antes lo había hecho, sobre todo al ver que pese a ser ya toda una señora, Paty seguía exactamente igual de preciosa como siempre, y que los años nunca le habían afectado. En ese instante Carlitos se presentó, e inmediatamente ella se recordó perfectamente de él, como el niño más travieso que siempre le solía llevar una flor y le pedía que fuese su novia (entre risas). Pero lo que tal vez Carlitos no se hubiera podido llegar a imaginar jamás, fue cuando Paty le dio a entender que sería su nueva vecina, y que por ende iba a vivir más cerca de lo imaginado de su primer gran amor de niñez.

   La vida de Carlitos cambiaría por completo, ya que al segundo se dio cuenta de las maripositas en la panza que solo Paty le podía hacer sentir, y sobre todo principalmente al saber que iba a tenerle tan cerca de él. De esta manera Carlitos buscaba la forma de acercarse siempre a ella, e interiorizarse más de su vida, llegando incluso a convertirse en poco tiempo en los mejores amigos. Hasta que un día, luego de tanto hablar, Carlitos por primera vez se atrevía a preguntarle a Paty sobre qué había pasado de su vida matrimonial, ya que recordaba que ella siempre le solía decir que tenía un novio con quien iba a casarse. Entre lágrimas Paty solo le contestó que finalmente ese matrimonio nunca llegó, porque el día del casamiento el novio jamás apareció, que desde ese momento nunca más volvió a creer en el amor, y que lamentablemente ya tampoco va a volver a enamorarse nunca más. Todas estas palabras llegaron a lo más profundo del corazón de Carlitos, dándose cuenta de esta manera que ya no quería estar con otra mujer en el mundo que no sea Paty. Mucho tiempo Carlitos calló sus sentimientos, pero finalmente un día terminó confesándole a Paty todo lo que sentía por ella, y que en verdad quería que fuese su novia, tal como le decía cuando era su profe en el jardín (entre risas). Paty también se le sonrió, le acarició la mejilla, y con una tierna voz le contestó que eso no podía ser, porque la diferencia de edades entre ambos era muy grande, y sobre todo porque ella ya no estaba preparada para volver a amar, pidiéndole perdón de este modo, pero que su respuesta ante su propuesta era lastimosamente un “NO”.

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