∆×13 ¿Aislados? ×∆

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Mis palabras no parecieron tranquilizarle ni un poco. Lo tenía enfrente mío como si fuese un espejo, pero un espejo a otra dimensión, con alguien en la imagen que no era yo, sino alguien azulado y sudoroso.

A juzgar por su apariencia podría decir que tiene náuseas, pero sigo abierta a la posibilidad de que su cuerpo no funcione igual al de un humano, o que quizás ni siquiera sea como nosotros por dentro. Aún con todo eso, era imposible no deducir que se notaba realmente triste y asustado.

- Mierda...

Jamás había escuchado su voz con tanta inseguridad como ahora. Era como si cada una de las letras que intentaban salir de sus labios le costaran la vida entera, cada gramo de fuerza que tenía en sí.

De pronto empezó a alzar las manos, no como un creyente rogando al cielo por respuestas sino como un demonio que intenta salir del río de almas en el inframundo en el que se está hundiendo. Las cadenas en sus muñecas le impedían estirar completamente sus brazos, y el arrastre forzado de las mismas en el suelo de madera me hacía comprender lo pesadas que probablemente eran.

Noté sus intenciones - ¡Arriba! ¡Arriba! --. Quería volar como usualmente hacía.

Cuando uno mira videos de cachorros incapaces de subir un escalón, sientes ternura, pero esto se sentía más como mirar a un cachorro lastimado, uno que no puede caminar y entonces comienza a llorar con desesperación -. Si mis padres vuelven y te escuchan, me meterás en problemas. A callar -. Acabo de comparar un demonio con un perro inocente.

Después de ordenarle que guardara silencio, mi estómago se revolvió al observar a Bill quejarse por no poder tocar el techo, por no poder ni siquiera ponerse de pie. Ahora yo también estaba triste; me desmotivaba tener que aceptar que no quería verle sufrir, que quería escuchar su voz arrogante una vez más diciendo cosas absurdas. Según algunas páginas del diario que leí, él probablemente viene de la mente de alguien, y eso solo me hace tener la idea de que no somos tan distintos.

Fui a mi baño por algunas vendas y una toalla para secar el sudor del tristón en el suelo. Luego de colocarme algo en el rostro para ocultar un pequeño pero ardiente rasguño, fui a ayudar al chico... ¿Es un chico? Probablemente tiene cientos de años más que yo.

- Ven aquí -. Me arrodillé frente a él, mostrando una pequeña toalla roja en mis manos para hacerle comprender que quería ayudar.

Pero me empujó.

- ¡El techo! ¡No llego!

- ¡Pues no, genio! ¡Estás tirado en el suelo!

Ante mi comentario, sus ojos se engrandecieron para mirar sus rodillas postradas sobre el suelo, y sin dudarlo ni un poco se levantó con decisión y fuerza

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Ante mi comentario, sus ojos se engrandecieron para mirar sus rodillas postradas sobre el suelo, y sin dudarlo ni un poco se levantó con decisión y fuerza. Entonces alzó nuevamente los brazos para intentar tocar el techo con sus dedos, con tanta desesperación en el rostro y cuerpo que cada centímetro de él temblaba. Entre tanto sudor, alcancé a divisar que sus ojos también estaban derramando agua salada.

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⏰ Last updated: Aug 07, 2020 ⏰

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