𝐈

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El cielo se encontraba repleto de brillantes estrellas, y las copas de los árboles empezaban a adornarse de cálidos colores anunciando la llegada de la próxima estación.
— No, no, mantén los dos ojos abiertos y sube un poco más tu codo — dijo Eiden acomodándose detrás mío para ajustar mi postura con el arco
— Podemos olvidarnos de mi total falta de talento con el arco, por favor — supliqué mientras sentía su mano pasar por mi brazo hasta llegar a mi codo y levantarlo hasta el mentón.
— Por Aslan, eres una guardiana y no sabes tirar con arco, eso debemos resolverlo urgentemente — respondió, yo solo solté un suspiro de disgusto
— Ahora inhala y cuando exhales, debes soltar la cuerda, mantente firme para no llegar a moverlo en el último minuto — repitió por quinta vez, yo asentí y me concentré. Inhale y al exhalar escuche el disparo de la flecha para, en un parpadeo, verla incrustada en un tronco viejo.
— Bien, al menos ya le puedes dar a un árbol — dijo con cierto orgullo en su voz
— Sigo prefiriendo las ballestas — dije dejando su arco reposando en una piedra al lado de sus flechas. El negó con la cabeza.
— No no, las ballestas son más toscas e incomodas para cargar, no se comparan con la elegancia de un arco — dijo ofendido. Ambos trepamos un árbol hasta un poco antes de la copa y nos acomodamos en sus ramas.
— ¿Lo extrañas? — pregunté después de un momento en silencio, el asintió
— ¿Como dejas de esperar la llegada de alguien que sabes que ya jamás volverá? — preguntó, me acerque a él y acomode mi cabeza sobre su hombro
— No lo haces — respondí y me permití extrañar a Edmund solo por un momento.

Cabalgaba de regreso al castillo mientras veía como el sol iba saliendo. Esperaba que ninguno de mis hermanos se diera cuenta de mi llegada.
— Buenos días guardiana — me recibió Ez en los establos mientras yo bajaba rápidamente del caballo y me quitaba mi capa llena de hojas secas.
— Buenos días Ez, ¿Nadie lo noto? — pregunté nerviosa, Ez era mi cómplice en mis escapadas nocturnas
— Tranquila, hoy regreso antes de que alguno se despertara — me tranquilizó mientras me pasaba mi pijama y se llevaba al caballo para acomodarlo.
— No quiero ser entrometido, pero ¿No cree que sería mejor decirles acerca de su relación con el joven príncipe? — comentó mientras acicalaba al caballo y yo me cambiaba, asi si alguien me veía rondando por los pasillos mis excusas podrían ser más creíbles.
— El príncipe Eiden y yo no estamos saliendo, solo somos amigos — reí doblando rápidamente mi ropa y envolviéndola en mi capa
— Pero supongo que en algún momento si, les tendré que decir algo — dije mientras salíamos del establo rápidamente en dirección a las cocinas.
— Gracias — dije antes de escabullirme a mi habitación y el solo asintió con la cabeza.

Corrí a la zona de lavado y dejé el montón de ropa en una de las canastas para continuar con mi camino
— Kayssa — escuché la voz del rey justo antes de entrar a mi habitación.
— Caspian, ¿Qué pasa? Es muy temprano — dije sorprendida
— Liliandi quería un té y yo necesitaba estirar las piernas — dijo acercándose
— ¿Y tú? — preguntó con una sonrisa
— Yo solo quería algo para comer — dije abriendo la puerta
— Claro, bueno tengo que ir por un té — dijo mientras se alejaba por el pasillo y yo respiraba tranquila.
— Por cierto, se te olvido quitarte un par de hojas del cabello — dijo antes de bajar las escaleras; entre rápido a mi cuarto y corrí al espejo, en efecto tenía un par de hojas secas en este
— Mierda — susurré mientras la quitaba. Ahora Caspian no me dejara en paz hasta que le diga la verdad.

— Vamos Kay, dime — insistía el rey mientras estábamos en la sala donde trabajábamos, yo me encontraba leyendo un par de cartas de los nobles de otras tierras acerca de tratos de comercios, mientras Caspian contestaba otras cuyo contenido desconocía.
— Ya te dije, decidí comer galletas en el jardín — repetí mientras abría otro sobre
— No te creo — dijo y en eso nuestra atención se dirigió a la puerta, ya que por esta apareció Este con un sobre de color verde con el sello del reino Profundo, un búho con las alas en pleno vuelo de color plata
— ¿Qué pasa? — preguntó Caspian y Este tomo asiento mirando por el enorme ventanal.
— "Rey Caspian, esperamos que Aslan lo tenga guardado bajo su bendición y se encuentre gozoso de buena salud. El motivo de esta repentina carta no es más que para invitarlo a usted, su esposa y a los guardianes de nuestra querida Narnia a que se nos unan a la celebración de la coronación de nuestra pronta reina, su majestad Tala, dentro de cinco amaneceres. Aunque nos tomó varias lunas, al fin tendremos un portador de la corona después del repentino fallecimiento de nuestro rey Cosme, a quien esperemos que Aslan lo haya recibido en su nación. Esperamos contar con su honorable presencia, con todos nuestros más grandes respetos el reino Profundo" — termino de leer
— Si que les tomo tiempo — comentó Caspian mientras Este me pasaba la carta, en la cual pude distinguir la letra de Eiden.
— Tenían que elegir entre un heredero próximo con su entrenamiento atrasado o a la siguiente en el trono con un entrenamiento más que completo, pero de más joven — comentó Einar mientras entraba y se acomodaba en una de las sillas.
— Parece que te alegra ir al reino Profundo Kay — dijo Caspian señalando la sonrisa que se había formado en mi rostro
— Eres un pesado — comenté mientras tomaba un pedazo de pergamino y me disponía a confirmar nuestra asistencia
— ¿Ahora que pasa? — preguntó Este — Nada, solo que a Kayssa le gusta comer galletas en el bosque al amanecer — respondió Caspian; pude sentir las miradas curiosas de los tres sobre mi
— ¿Segura que no hay nada que nos quieras decir? — preguntó Einar acercando su silla hacia mí.
— Háganme el favor de hacer algo de utilidad y envíen esta carta que confirma nuestra asistencia — pedí mientras les pasaba la hoja doblada y salía del cuarto para evitar que me siguieran interrogando.

El atardecer se asomaba en el cielo, había estado todo el día evitando a los chicos, hasta que pude tener un poco de paz mientras me encontraba sentada, leyendo en mi balcón, cuando un pequeño petirrojo a poso frente mío.
— Hola pequeño — saludé para tomar el pequeño papel que había depositado en el borde, para que después se alejara volando, guardé el papel rápidamente ya que escuché el ligero rechinar de mi puerta.
— Los podrás evadir a ellos, pero no a mi — dijo Este acercándose a mi lado, suspiré cansada
— Ya les dije que no pasa nada — repetí — ¿Entonces a dónde vas con tu capa y a caballo algunas noches? — preguntó, lo voltee a ver sorprendida y él tenía una extraña sonrisa de satisfacción en su rostro
— No eres la única que tiene balcón — agregó
— Solo voy a pasear — dije esperando que no notara el nerviosismo en mi voz.
— Te hubiera creído más si me hubieras dicho que ibas a cazar — respondió, asi que lo voltee a ver, derrotada.
— Está bien, pero no se lo digas a ellos, no me dejarían en paz por un largo tiempo — dije y el asintió
— Bien, en algunas lunas llenas, voy al bosque a encontrarme con el príncipe Eiden — resumí y él mostraba una tierna sonrisa
— ¿Qué? — reí
— Debimos suponer que algo asi te pasaba, ya tiene tiempo que te notamos más diferente, más viva — comentó sin parar de sonreír.
— No es nada, solo somos amigos — dije restándole importancia
— ¡Por Aslan! Vi tu sonrisa al leer esa carta, está bien, ya es hora de que te pongas primero — me animó.
Volteé al bosque y pude ver unos cabellos pelirrojos asomarse tras un árbol, confundida abrí el papel "Hoy" estaba escrito.
— Ve, yo te cubriré — dijo y yo lo abracé agradecida. Tomé mi capa recién lavada y bajé al bosque.

𝗟𝗔𝗭𝗢𝗦/ La silla de plata, el terrano y las coronas de antaño (LCDN #4)Where stories live. Discover now