Heridas

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Huyendo, el maestro de los cielos estaba huyendo.

Aquel Orni que se había jactado de ser el más fuerte de su especie y quien decía no tener un igual en cuanto a sus habilidades estaba huyendo, escapando de sus problemas en lugar de encontrar una solución.

Como habían caído los grandes.

Quizá decirle a Link la verdad sobre lo que eran hubiese sido más sencillo, hablar con él en aquel dia donde el recuerdo ma's violento pareció sacudirlo pudo haber terminado con él reconfortándolo como solía hacerlo a la par que le decía que eran una pareja, pero no lo hizo y ahora estaba pagando las consecuencias.

Aterrizando cerca de una de las torres que apareció cuando Link activó la primera cerca del santuario de la vida, se tomó un momento para limpiarse las lágrimas con coraje y suspirar, recargando la cabeza contra la fría piedra detrás de él y mirando a las nubes negras que anunciaban la tormenta y tenienedo el sonido de truenos que anunciaban la tormenta.

—Perfecto, —susurró, por razones obvias los Orni y la lluvia no eran los amigos más íntimos. Podían volar bajo ella por un tiempo, obviamente, pero llegaba un momento en que debían buscar refugio y ahora esa parecía ser su única opción.

La vida, sin embargo, tenía otros planes.

El sonido parpadeante e inquietante le llegó a los oídos antes de que siquiera pudiera ver el laser apuntándole, pero cuando lo hizo, el guardián completamente funcional ya estaba delante de él en todo su inmenso esplendor. Su único ojo apuntándole y parpadeando con más rapidez al estar listo para disparar.

Tenía su arco, el arco de águila descansaba pesadamente en su espalda, completamente listo para que lo tomara y lo usara para dispararle en el ojo a aquel guardián y aturdirlo asi lo suficiente como para encontrar una mejor posición que le diera la ventaja, pero no pudo. Para Revali no era un guardián común y corriente lo que tenía delante, no, lo que tenía delante era aquella ira del viento que había sido lo último que había visto en su vida antes de morir.

Respirar se volvió en una de las tareas más difíciles del mundo de un segundo para otro y no pasó mucho tiempo para que empezara a jadear por aire, a penas y logrando esquivar el disparo que rompió la pared detrás de él y lanzó piedras a volar por los aires, el estallido pronto siendo reemplazado por el sonido de mecanismos moviéndose para encontrarlo otra vez.

A través del viaje de Link había podido ver estas máquinas perseguir al caballero sin descanso hasta ser destruidas y sabía que esta no era diferente. Lo perseguiría hasta que lo destruyera o hasta que él terminara muerto... desafortunadamente la segunda parecía ser la más posible.

El guardian disparó de nuevo y Revali alcanzó a esconderse detrás de la torre a la par que sentía las primeras gotas de lluvia cayéndole en la cabeza, pronto siendo seguidas por un millar más que le dejaron saber que la tormenta había llegado. Esto complicaba todo muchísimo más.

—Tengo que... no, ¡solo dispárale maldita sea! —Se regañó a si mismo mientras finalmente tomaba su arco y buscaba el ojo de la máquina para dispararle y acabar con esto de una vez por todas, ignorando lo mejor que podía la pesada lluvia cayéndole encima y los movimientos ágiles de aquella cosa para esquivarlo.

El Revali del pasado jamás fallaba un tiro, podía tirar cinco flechas con la seguridad de que las cinco darían en el blanco, pero el de ahora falló dos tiros antes de tener que escapar de un nuevo disparo. No importaba cuánto lo intentara, los disparos fallaban repetidamente y la creciente ansiedad dentro de sí finalmente llegó a su límite cuando se dio cuenta que era muy tarde.

La pared justo a lado de él reventó en pedazos y una de las piedras más grandes fue directamente a su hombro, quebrando el hueso y rasgando parte de su piel para que la lluvia pareciera querer convertirse en desinfectante y le quemara tanto, piedras más pequeñas golpeándole la cabeza y el resto del cuerpo.

Hope World [Revalink]Where stories live. Discover now