CAPÍTULO #13: MI SEGUNDA BODA (I)

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Una semana antes de mi segunda boda.

Lunes.

― Vas a necesitar la nulidad eclesiástica. ―dice Alex interrumpiendo mi trabajo.

― No va a hacer falta, Marcelo y yo no nos casamos por la iglesia, él es ateo. ―dije sin levantar la vista del computador.

― Pues conmigo si te vas a casar por la iglesia.

― Que emoción. ―dije con sarcasmo.

― Te odio.

― Pero igual te casas ―Y por fin levanté la vista―. ¿Me puedes dejar trabajar? ―Alex me miró con odio y antes de irse dijo:

― Mañana viene Wendy a trabajar contigo.

― ¿Wendy?

― La wedding planner.

― Vale. ―dije sin un solo ápice de emoción.

.       .       .

Martes.

― Hola. ―Una irritante voz inunda el comedor durante el desayuno.

― Hola. ―contesto de mala gana.

― ¡Ay que pelo más hermoso! ―dice la estúpida Wendy tocando mis rizos sin delicadeza alguna.

― Gracias. ―dije quitándole la mano con odio.

― ¿Nos ponemos a trabajar? ―Yo no contesté y ella agregó― Hoy vamos a ver las invitaciones, las mesas, la decoración del salón... ―Y así siguió mencionando lo que íbamos a hacer durante el día.

¡Madre mía que mujer más irritante!

Wendy habla y habla y yo la ignoro, solo asiento y digo "perfecto" de vez en cuando, para que no se dé cuenta que estoy navegando por mis arterias cerebrales.

Wendy es una chica alta, como de mi tamaño, delgada, increíblemente delgada, y para que yo lo diga, tiene que serlo enserio, piernas largas, brazos largos, dedos largos, es como una versión mujer de Slenderman, sinceramente me da un poco de miedo. Además, su extremada delgadez se combina a la perfección con sus ojos azul cielo, labios rosa palo, que le hacen lucir un poco lunática, el pelo gris, y no de canas, sino de ese horrible tinte que la gente ama últimamente y a mí se me hace lo más hortera del mundo, y para completar su sonrisa, que es como de psicópata.

Llevamos horas solas en la habitación y no la ha quitado ni un segundo, estoy al considerar que se ha estirado tanto la piel de la cara que ahora sus músculos no pueden volver a ponerse normal y por eso siempre tiene esa estrambótica mueca.

En conclusión; Wendy es de ese tipo de personas con las que odio compartir espacio, porque su fingida felicidad me pone de los nervios, además de que su físico me desconcierta, parece un personaje de película de terror; la típica nana que se queda a cuidar a tus hijos y cuando cae la noche entra en la habitación del más pequeño, se acerca a la camita, lo mira atentamente y cuando menos te lo esperas abre la mandíbula de una forma gigantesca e invade la pantalla con la oscuridad de su profunda garganta...

― ¿Te parecen bien estos invitados? ―¡Qué susto más grande! Casi me desmayo, miro rápido la lista y digo asombrada:

― ¡Son muchos!

― Estos son solo los que ha exigido Alex ―dice soltando una risita―. Por tu parte aún no tengo a nadie.

― No, por mi parte no vendrá nadie.

― ¿Cómo?... pero...

― No vendrá nadie. ―concluyo tajante.

.       .       .

Miércoles.

Ya Wendy ha decidido que la decoración será blanca y plateada, y por ende las damas irán de ese tono, el novio también, y yo de blanco, obvio.

Entramos a una tienda súper lujosa en busca de mí vestido, vamos a comprarlo, aunque intenté convencer a Wendy de que es mejor alquilarlo, "tengo experiencia, ya me he casado", argumento que ella rebatió con la frase:

― Yo tengo más experiencia que tú, he preparado miles de bodas, y el vestido es uno de los mejores recuerdos.

¡¿Sabes qué Wendy?, ojalá y te atropelle un descapotable con una novia encima! ―grita mi mente mientras mi cara le dedica una dulce e hipócrita sonrisa.

Después de 800 vestidos Wendy se decide por el primero que me probé y me hace ponérmelo una vez más.

El vestido tiene un corsé que me aprieta los pechos y me impide respirar, cuando este termina, un poco más abajo del ombligo, comienza una gran falda de tul que se arrastra por el suelo. Un velo en forma de tiara que se extiende hasta los pies. Unos tacones de punta fina y pocos centímetros de altura. Y como accesorio una sencilla gargantilla de plata.

Luego de eso fuimos a una peluquería para que pintaran mis uñas de blanco, tanto manos como pies, y me hicieran pruebas de maquillaje y peinado. Wendy optó por un semi-suelto excesivamente rizado. Y un maquillaje bastante exagerado para mi gusto; sombra de ojos plateada, eye linner de estilo gatuno, labios color nude y un montón de productos que impiden la correcta transpiración de mis poros.

Entre las sábanas de una princesa ✔️Where stories live. Discover now