Capítulo 2

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Habíamos planeado un viaje a la playa, como todos los años lo hacíamos cada verano.

Comprábamos globos de los deseos y los lanzábamos al aire para que nuestros deseos se cumplieran. Infantil lo sé, pero créanme que mis deseos de todos los años se hacían realidad así que era algo sagrado.

—Ya estamos, Nat —Rachel entró a mi habitación y se sentó sobre mi cama y empezó a teclear en su teléfono.

—Ya casi estoy —me apliqué un poco que brillo labial y luego até mi cabello en una coleta. Hacía demasiado calor.

Vi a Rachel a través del espejo y tenía esa sonrisa de boba.

— ¿Por qué sonríes así? —pregunté divertida mientras tomaba mi teléfono.

— ¿Qué? No es nada —contestó sin prestarme mucha atención.

Aproveché su distracción para acercarme a ella y quitarle el teléfono de las mano rápidamente.

— ¡Nataly! —exclamó enojada —. Tienes que dejar de hacer eso.

—Y tu tienes que dejar de ocultarme cosas —señalé su teléfono —. Dijiste que Jordan no significaba nada y ésta conversación dice lo contrario.

Rachel frunció el ceño y jugo con sus manos, eso era una señal de nerviosismo.

—No lo es —respondió en voz baja—. Es sólo que... Sólo si lo conociera Nat, es que él es tan...

Reí por la forma en que mi amiga se trababa con sus palabras.

—Ya entendí Rachel. Ahora vamos que Zed se pone de mal genio si lo hacemos esperar.

Salimos de mi habitación y bajamos a la sala donde mis padres tenían una conversación con mis tíos, a veces puedo ver a través de ellos a los adolescentes que que fuero algún día, algunas cosas no cambian amigos.

—Ya estamos listas —hablé interrumpiendo su conversación.

—Cuídense y manejen con cuidado —papá le dio esa mirada de "Si le pasa algo a mi hija estas muerto" a Zed.

Papá paso años tratando de intimidar a Zed, pero mi chico era listo amigos y estamos hablando de James Anderson, mencionen el basquetbol y regálenle una caja de donas y asunto resuelto.

Mi papá podía parecer serio e intimidante, pero por dentro James Anderson era un algodón de azúcar sobre un arco iris. Papá tenía cuatro debilidades: El basquetbol, las donas, Sky Jensen y sus hijas.

Bueno, cinco debilidades ya que somos dos.

— ¿No crees que ya estamos grandes, papi? —lo abracé y puse mi mejor cara adorable.

—Dices estar grande pero me abrazas como si tuvieras cinco años, Nataly —todos rieron y yo bufé.

—¿Te hubiera gustado que en vez de abrazarte a ti haya abrazado a Zed?

¿Qué?

No me miren así, sé lo que digo.

Me gusta molestar a mi padre con Zed, se que en el fondo mi padre aún siente celos porque su "niña" esté saliendo con alguien.

Una Nueva Aventura [Bilogía Nueva Vida #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora