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Omar:

Al llegar al restaurante hago el pedido por ambos, aunque le pregunto a la señorita Vega que le apetece de todo lo que hay en la carta.

Al final, pido dos platos de asado de carne y como postre dos copas de helado de frutas, a todo eso nos acompaña una botella de vino, que es lo que nos sirve el mozo mientras esperamos que traigan nuestros platillos a la mesa.

—¿Hoy también estoy trabajando?

Tomo un respiro.—Es solo una cena, no estás trabajando esta noche, es mi forma de agradecer lo bien que cumples con tus servicios.

Las esquinas de sus labios se elevan.—¿Eso incluye también a los coqueteos?

—Melissa.

Su sonrisa crece.

—De acuerdo, ya entendí, aunque si no estoy trabajando, creo que con más razón tengo la libertad para hacer esto.

Se muerde el labio con una expresión coqueta y apoya el codo sobre la mesa, enseguida siendo su pie sobándome y subiendo hasta llegar a mi entrepierna.

—¿Puedo hacer esto, no?

Mierda.

Reacciono colocando una mano debajo de la mesa, mi mano envuelve su pierna y ella sonríe.

—Estamos en público.

—¿Qué estamos esperando entonces? Estoy segura que puedes encontrar un buen hotel.

Dejo ir su pie y ella lo baja.

—En primer lugar, señorita Vega, jamás la llevaría a un hotel.

—Que caballero.

—Y ya te dije que no voy a acostarme contigo.

Melissa suspira.—Que complicado lo vuelves... ¿Al menos puedo saber por qué?

Frunzo el ceño.

—¿Cuál es la razón de porque no quieres acostarte conmigo?

Estoy en nulo, porque no hay una razón en específico.

Ella vuelve a sonreír.—Pienso que es solo un capricho o por darme la contraria, el mundo no se acaba por tener sexo con tu dama de compañía.

Mantengo la mirada sobre ella.

—Si no tengo sexo contigo...

—Ni siquiera lo pienses.

Su sonrisa crece.

—Dices que no quieres tener sexo conmigo, pero tampoco quieres que lo tenga con otros.

Frunzo el ceño.—¿Estás diciendo indirectamente que quieres acostarte con otros?

—Yo jamás hablo de manera indirecta, si quiero sexo con un hombre se lo digo y ya. Y te lo digo de frente, quiero tener sexo contigo, Omar Callahan.

Abro los ojos, los clientes de las dos mesas que rodean la nuestras se nos quedan observando.

—Recuerda donde estamos.

La situación no deja de parecerle gracioso y no la culpo, en su lugar me sentiría igual, pero no soy esa clase de hombre.

—Dos asados para la pareja.—El mozo llega y coloca cada plato en su lugar.

Primero con el mío y luego con Melissa, sin embargo cuando va a retirar el brazo, Melissa lo toma de ahí, obteniendo sorpresa de mí y del extraño.

Ella le da la misma sonrisa coqueta.—Muchas gracias.

El mozo se sonroja y ella lo suelta, Melissa pone la mirada sobre mí.

Las reglas del JefeWhere stories live. Discover now