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Melissa:

Paso la tarde con mi hermano, coloreados unos dibujos que le dejaron en clase y que no llegó a terminar, aunque Bruno no me dijo que quería colorear conmigo, así que toda la tarde, Mateo, yo y Alba estuvimos coloreando los dibujos de mi hermano y al igual que el Jenga, el suyo era mucho mejor que el de nosotros.

—Deberíamos poner puestos. —Dice Alba.
Le muestro mi coloreo.

—Si, definitivamente el mío estará en último lugar.

—¿Por qué coloreaste al oso de verde?

—Es un osito cariñosito. A Mateo le gusta ese programa..¿No, Mateo sigue coloreando su dibujo.

Sonrio al ver como el le ayuda a Alba y cojo mi móvil, intento llamar a Omar, pero me envía al buzón.

Al no tener respuesta, lo ignoro y me vuelvo hacia ellos con una sonrisa.

Omar:

—Lo lamento.

Apoyo mi espalda sobre el asiento.

—Un lo lamento no cambia nada, quedamos en un acuerdo. —Le recuerdo. —Dijiste que me harían un diseño, el comité está a punto de aprobar ese diseño, no puedes elegir romper nuestro acuerdo solo porque te salió un proyecto mejor.

—Señor Callahan.

—Es poco profesional..¿Acaso quieres que te demande?

El suda frio, lo observo tragar.

Tomo un respiro. —No quiero ser el malo de esta historia, dime tu precio y te daré el doble.

—Señor.

—Quiero tu diseño.

El  duda.

—Escucha, piénsalo , pero solo quiero que sepas que el que trabajes conmigo significa que tendrás las puertas abiertas en  todas partes.

Se retira mi oficina y tomo un corto descanso para revisar mi teléfono, hay una llamada perdida de Melissa.

Ella contesta apenas le llamo y oír su voz dibuja una sonrisa en mi rostro.

—Hola…

Bajo la mirada.

—Estas ocupado, supongo.

—Nada que no pueda solucionar.

—¿Ocurrió algo?

—Claro que no. Dije que lo solucionare.

La escucho suspirar.

—¿Cómo estuvo tu día?

—Bien, Me pasé la tarde coloreando con Mateo..  había un osito cariñosito y me acordé de ti.

—Ni se que responder a eso.

—Puedes responder que si.

—¿Si a..

—A venir a cenar conmigo esta noche, Omar.
Alzo las cejas. —¿Tu vas a cocinar?

—Eso me ofende.

Sonrio.

—Haré mi mejor intento, lo prometo.

—Entonces si no sabes cocinar.

—Eso no lo sabes.

—Bueno, tienes a Alba en casa, eso me hace tener una idea de que no cocinas.

—Omar..

Suspiro. —Vale, iré, voy a preparar mi boca.

—No es gracioso.

Las reglas del JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora