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Melissa:

Llego a casa justo para llevar a la cama a Mateo, me despido de Alba y acuesto a mi hermanito en su cama, me acomodo a su lado y cojo el móvil en cuanto suena.

Es un mensaje de Omar, deseándome buenas noches y esperando que haya disfrutado la cena, con una sonrisa tecleo una respuesta y dejo el móvil.

Aunque la noche no resulto exactamente como esperaba, me duermo con una sonrisa en mi rostro.

Porque de igual forma me ha gustado como resulto todo.

Haya sexo o no, estar al lado de Omar, es muy agradable.







Omar:

Esta vez estoy completamente seguro que no hice nada malo.

¿Entonces por qué demonios no me responde el maldito teléfono?

Bajo el móvil y a los tres segundos de hacerlo, comienza a sonar, admito que me emociono pensando que es ella y mi corazón se siente extraño, pero entonces veo el nombre de Álvaro y toda mi ilusión se acaba.

Contesto.

—Ya llegue, señor.

—Enseguida bajo, haremos una parada antes.—Le indico.

Voy a la habitación, cojo el vestido negro ya seco y limpio, lo guardo en una bolsa, de las que suelen entregar las tiendas de Boss Cosmetic y salgo del departamento para ir al encuentro de Álvaro.

Al verme, me abre la puerta del coche.

—¿Que parada haremos antes de Boss Cosmetic, Señor?

—A casa de Melissa.

Una sonrisa cruza los labios de Álvaro, ignoro su expresión burlona debido a mí y subo al coche, en el camino intento llamarla más de una vez y le pido a Álvaro que se detenga cuando ya estamos a un par de casas de llegar, lo hago porque la veo salir a toda prisa y contestarme esta vez la llamada.

Con la mirada sobre ella, digo.—Hasta que al fin respondes, Señorita Vega.

—Omar...

—¿Se puede saber ...

—No puedo..—Ella finge que tose y mis ojos se abren.—No puedo atenderte hoy, estoy enferma.

¿Enferma?

Yo la veo muy bien.

¿Por qué me está mintiendo?

Frunzo el ceño.

—¿Qué tan enferma estas? ¿Estas yendo o vas a ir a alguna farmacia?

—No, estoy en cama, no voy a moverme de aquí.

Me esta mintiendo...

Siento un nudo en la garganta.

—¿Omar?

—Dime.

—Tengo que colgar, quiero descansar.

Soy yo quien cuelga y observo como ella mira su teléfono extrañada, Melissa solo lo guarda y veo como extiende su mano hacia un taxi, el cual se detiene y ella le da instrucciones antes de subirse.

—¿Señor?.—Pregunta Álvaro

Por alguna razón sé que no me va a gustar lo que voy a encontrar, pero sin darme cuenta, ya he dado la orden.

Con los puños apretados, ordeno.—Síguela.






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No solo me ha mentido y de no haberla seguido probablemente estaría muy preocupado por ella, sino que ha venido directo a un hospital.

Y lo hubiera dudado, al principio lo hice, hasta que le pedí a Álvaro que la siguiera con cautela mientras manejara.

Fue ahí cuando lo vi, al mismo tipo que se recibió mi puño de regalo.

Al tal Bruno.

Melissa me ha mentido, me ha dicho que está enferma y posiblemente hubiera logrado que me preocupe...

¿Todo para qué?

¿Para encontrarse con este tipo?

La sangre me hierve, siento ganas de golpear algo y termino cerrando los puños.

Maldita sea.

—Señor..

En cuanto escucho a Álvaro llamarme, dejo de apretar los puños, libero mis manos y aparto la mirada de la pareja que hacen Melissa y ese tipo.

—¿Me estaciono, señor?

—No.

Ya basta, Omar.

—Vamonos de aquí, Alvaro.

Alvaro asiente con la cabeza.

—Como ordene, señor.

Álvaro arranca el coche y no giro ni una sola vez.

No tengo derecho a enojarme, ni mucho menos bajar del coche y volver a plantarle un puñete en el rostro al tal Bruno.

No tengo derecho a plantarle una escena de celos, a pesar que ahora más que nada me queda claro que lo son.

No tengo el maldito derecho, no cuando yo mismo me cierro a la posibilidad de tener algo con Melissa.

Las reglas del JefeWhere stories live. Discover now