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No ᥱrᥲ ᥣo qᥙᥱ ᥱsρᥱrᥲbᥲ, ρᥱro ᥱstoყ sᥲtιsfᥱᥴho

《La tarea que debemos plantearnos no es sentirnos seguros, sino ser capaces de tolerar la inseguridad.》

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  La niebla se cerró a alrededor igual que una pared, apenas se podía ver el cabello de Polnareff o ver el cielo. Tu grupo se encontró en silencio, esperando que el mar lo guiará a tierra, en cambio, usted conversó con la niña Anne, lograste aliviar su miedo a morir en el océano. Anne se apoyó en tu hombro lanzando una disimulada mirada al delincuente, usted notó sus intenciones, y sonreíste por el enamoramiento de la niña.  

    —¿Qué estás haciendo? —Preguntó Anne con una ceja levantada.

Usted atravesó con el anzuelo un trozito de queso y lo lanzaste al mar. Los muchachos no te dijeron nada, ya habían comprendido que deseabas pescar algo, aunque no entendían porque usabas un lápiz como caña.

  —Me lo agradecerás cunado comamos un jugoso salmón —usted respondió concentrada en sostener el pequeño lápiz. Un pescado jaló del anzuelo, pero terminó llevándose todo con el, los hombres y Anne te miraron fijamente —. Ya volverá...

Ellos suspiraron. 

  —Blondie, ese pez se ha ido  —aseguró Kakyoin.

No dijiste nada a cambio y refunfuñaste cruzada de brazos. El viaje en bote continuó, los botes fueron disparados con el sonido de las olas. Usted y Anne parecieron llevarse bien, estabas agradecidos de haber aprendido a tener un diálogo con una mujer o con otro ser vivo gracias a los consejos de tu abuela, ya que tu personalidad no dio la oportunidad de mantener una amistad y las únicas veces que duró, te lastimaron. 

 En realidad, no sabías qué pensar. Te sentías afuera de todo mientras el mundo seguía girando, tantas preguntas sobre quién eres ahora o qué serás. 

Lo triste de esta historia es que no puedes decírselo a nadie, eres la única que debe enfrentar la ansiedad, la desesperación, el estrés y la locura. Siempre ha sido así, no? Sí, pero tuviste la ocasiones en decírselo a tus padres o algún terapeuta; sin embargo, ya perdiste la oportunidad. 

Ya es no momento en dejar las cosas para última hora. 

   —¡Cómo se soluciona esto! —gritó el señor Joseph exasperado y usted ladeó la cabeza fuera del trance. 

   —¡Es hacia arriba! —exclamó polnareff sacudiendo el hombro de Joseph —. No, mejor hacia la derecha, ¿O izquierda? ¡Cuidado con el cocodrilo!

  —¡No puedo pensar contigo gritándome, Polanreff! —ladróJoseph borrando los rayones en el cuadernillo.

  —¡Gracias a mi estás cerca de llevar la ranita al estanque! —Refutó Polnareff señalándose así mismo con completo fanfarrón. 

¿Por qué se les complica solucionar un laberinto? Cierto, son Joseph y Polnareff. 

Ellos continuaron en solucionar el laberinto, no lo consiguieron.

 Kakyoin lo solucionó en cuestión de segundos y ellos lo alabaron como un dios.

  —¿Él es especial...? —susurró cerca de tu odio Anne y usted asistió con la cabeza.

  —¡Te escuche mocosa! —bramó Polnareff al ponerse de pie, esto sacudió el bote hasta que se detuvo para jalar las mejillas de la niña y recibir una mordida de ella. Él chilló con los ojos saltones —¡Aah! ¡Ahora tengo la Rabia!

Este Mundo Bizarro° (Jotaro x lectora)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora