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Bᥣιᥒdιᥒg Lιghts

Los humanos no son prisioneros del destino, sino prisioneros de su propia mente

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El clima cambiaba lentamente a un más templado y miraste los delgados árboles de la izquierda, preguntándote si habría una larguita ahí refugiándose mientras el carruaje continuaba andando. Apoyando el codo en tu otro brazo, descansaste ahí la mejilla y diste un vistazo a tus compañeros: Kakyoin miraba hacia la derecha y Polnareff estaba con los ojos entrecerrados.

En Jotaro y Joseph no pudiste ver más que sus robustas espaldas, y Enyaba continuaba en reposo.

Usted suspiró llevando las yemas de los dedos a tu cuello, rascándose despacio para contraer un malestar, desde que ha iniciado este viaje obtuviste la mala costumbre de rascarte el cuello tanto en situaciones tensas o sin motivos, como en ser más despreocupaba, ese no veías un problema al principio porque ayudaba a disimular mucho cada estrés o soltar alguna información de la historia; sin embargo recientemente te has sentido diferente tanto física como psicológicamente a partir de la derrota del arquero, fue como una extraña sensación subir por tus pies, había sucedido algo similar hace tanto tiempo.

Otra razón sencilla de ese pensamiento, se debió al hecho de los aretes colgando en ambos lóbulos tuyos.

Los notaste cuando pasaste un dedo cerca de tu oreja hace unos minutos y retiraste el arete derecho para confirmarlo, era un arete metálico; más bien parecía un alfiler de gancho convertido en arete y parpadeaste varias veces, confusa. Usted recordaría la ida a comprarlos o por lo menos conseguir unos alfileres para modificarlos como aretes, si tan solo lo hubieses hecho.

¿Cómo era posible?

De hecho, yo-

    — ¿Por qué miras tanto el trasero del caballo?

TIEMPO  LIBRE

Era Polnareff el de la pregunta. Parpadeaste hacia él, mantenía una mueca en su rostro y una ceja levantada, y al parecer su llamado de atención atrajo la vista de los demás integrantes. Usted regresó el "arete" a su lugar mientras daba una rápida excusa de mirada perdida en las nalgas del animal cuadrúpedo.

  —De hecho yo estaba mirando la cola del caballo, son dos lugares diferentes Polnareff... —él extendió la mueca aún más, más incómodo en por qué lo hacías—, estoy tratando de descifrar la raza del caballo, es interesante...

Polnareff te siguió mirando.

Suspiraste —. No soy zoofilia por ser amante de los animales, tranquilo.

Él respiró tranquilizado, pero continuaba con la ceja elevada—. ¿Cómo vas a averiguarlo si solo has estado mirando su cola?

Usted se rascó el cuello murmullando una queja, Kakyoin miró por unos segundos la cola del animal con la mano en el mentón.

  —No todos los caballos poseen mismas características, y su cola llega hasta el corvejón, por lo que no es un Aglo-arabe, Barba español o un Oldenburg...

Polnareff miró estupefacto al muchacho, que al parecer estaba intrigado en descubrir la raza.

  —Los que mencionaste son caballos para espectáculos o granja, excepto el Oldenburg, fue usado para la segunda Guerra mundial, pero tienes razón, no coinciden con la cola—comentó Joseph, y le dio un ligero toque en la grupa al animal—, yo creo que debe ser un Hackney, obviamente sin habérsele enseñado un paso alto.

Este Mundo Bizarro° (Jotaro x lectora)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن