3. El que no arriesga, no gana

376 58 15
                                    

Mis zapatos rechinan con cada golpe que dan en la cerámica porque no he dejado de correr desde que llegué al edificio. Mi tarjeta de identificación salta y golpea mi pecho, los guardias me sonrieron cuando me vieron, pero no alcancé a devolverles el saludo porque estoy apurada.

Giro en justo en el pasillo de nuestras oficinas y ahí me detengo, para tomar algo de aire y alisar mi falda. Enderezate Aysel y sonríe como si no hubieras llegado una hora tarde.

El caos dentro sigue siendo el mismo de siempre, así que por lo menos mi falta va a pasar desapercibida gracias al gran bullicio. Abro la puerta lentamente, sostengo mi bolso que lentamente cae por mi hombro y observo. No pareciera que fueran a notar si me escabullo dentro.

Nuestras oficinas siempre han sido un desastre y los escritorios individuales de cada uno de nosotros están incluso en peores condiciones. El mio ni quiero mencionarlo.

Desde aquí puedo ver perfectamente mi escritorio, se encuentra junto a los grandes ventanales, junto a mi está Andrew mi compañero. Él está moviendo su cabello largo fuera de su rostro con una mano y con la otra sostiene su teléfono, pareciera que ni siquiera ha notado que no estoy junto a él.

Por ahora la costa está despejada. Vamos Aysel, el objetivo está ahí, ve por él.

Tomo una profunda respiración y me armo de valor. Miro a ambos lados como si estuviera a punto de cruzar una carretera y cuando menos me lo espero echo a andar mi ultima carrera. Estoy tan preocupada de llegar que ni siquiera me ocupo de frenar y apenas mi trasero toca el asiento este comienza a rodar hacia el otro lado.

—¡Aysel que haces!

La mano de Andrew es rápida en sujetar mi brazo y tirarme hacia él impidiendo que de alguna manera siga mi camino hacia las ventanas y me estrelle contra una. Si realmente quisiera pasar desapercibida creo que caer desde la ventana del edificio no me ayudaría en nada.

—¿Esa es tu forma de disimular? —mi compañero de trabajo dice esto mientras contiene, fallidamente, su risa.

—No pensé que tenía que aterrizar.

Claramente no lo planeé de maravillas.

—¿Dónde has estado toda la mañana? Las cosas están muy caoticas aquí porque Elaine llamó a una reunión de último minuto.

No me permito dar mas verguenza he inmediatamente me enderezo, dejo el bolso en el suelo y enciendo mi computadora. Podría decir que me atrasé más de lo necesario porque hubo un accidente, pero en realidad ni siquiera recuerdo bien la excusa que puse en primer lugar.

—¿Y eso por qué?

—No tengo ni idea, pero espero que no nos corten la cabeza a ninguno de nosotros.

Si alguien tuviera que preocuparse por su cabeza, creo que debería ser yo.

Llevo como pasante en esta revista alrededor de siete meses, he sido dedicada, pero a pesar de todos mis esfuerzos, durante todo ese período jamás han publicado algo de mi autoría, al menos no un artículo, Elaine los sigue rechazando una y otra vez.

En vez de eso, he estado sirviendo café, haciendo entrevistas para compañeros que no hacen absolutamente nada por sí mismo, arreglando la fotocopiadora cuando se traba el papel, limpiando las oficinas de reunión y otras cosas que me han hecho replantearme constantemente mi lugar aquí.

Sin embargo, no me he rendido, he esperado el momento para brillar todo este tiempo.

—¿Y en cuánto será?

Andrew ladea su cabeza, en dirección hacia la oficina de nuestra jefa, a través de la puerta que está ligeramente abierta puedo ver como ella camina de lado a lado a paso constante. Tal parece que estuviera haciendo una llamada y que lo que sea que se está discutiendo no es de su agrado.

Si estuviéramos enamoradosWhere stories live. Discover now