Capítulo 40 - Buenas noticias... creo

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Miércoles. Mitad de la semana. Sólo dos días más y podré ser la vaga que he querido ser desde siempre, al menos por dos días quedo libre de toda tarea obligatoria.

Llego a la Academia a tiempo, sin retrasos y Clary me espera en su lugar junto a Sandra con un café en la mano y otro para ella sobre la mesa. *Como adoro a esta chica* pienso para mí. Los bebemos mientras comentamos la película que vimos ayer en el cine y cuando el timbre de entrada suena, habíamos terminado y botamos los vasos a la basura. La profesora Russo, me cuesta llamarla Susana, lo siento, entra con sus carpetas y su maletín de siempre, organiza sus cosas en el escritorio y nos saluda. Todos estamos sentados en nuestros lugares correspondientes menos el Sr. Retraso, al que sus padres decidieron llamar Sebastian. Entra 15 minutos después, con la mochila en un hombro, las llaves de su auto en la mano opuesta y su cabello perfectamente despeinado.


-Siento llegar tarde Susana- le dice a la profesora con una sonrisa mañanera radiante *¿Quién diablos puede ser tan guapo en la mañana?* pienso para mí pero aclaro mi mente enseguida para escuchar la respuesta de la señora Russo.


-¿Cuál fue el motivo?- pregunta seria pero no autoritaria


-Tuve que llevar a... mi prima...al aeropuerto.- responde haciendo una pausa en la persona a la que tuvo que llevar, seguro era Sara pero no le va a decir a la profesora "mi novia", en cambio si es un familiar, puede tomarse como ayuda obligada.


-Está bien- dice Susana y asiente comprensiva –Que no vuelva a suceder- agrega *Si claro, en tus sueños* pienso yo. Sebastian se sienta a mi lado y me sonríe de costado


-¿Otra vez Sara?- pregunto antes de decir nada más


-Si- responde –Francia por un mes- agrega a modo de aclaración *Como si me importara* le digo en mi cabeza pero mi boca responde otra cosa


-Claro- digo seca


La clase al fin comienza y bueno, aburrida en parte, útil e interesante en otras. Recreo. Más clases. Timbre final, es igual libertad.


-¿Café y tarta?- me pregunta Sebastian mientras salimos del salón. Lo miro y sonrío.


-No lo creo- respondo –Charla pendiente con mis amigas internacionales- agrego. Hace una cara de perrito triste y me río.


-No vas a convencerme- le digo aún riendo


-¿Qué tal rosquillas en tu habitación? Podemos hablar con tus amigas...- dice a modo de negocio. Sonrío y acepto.


-Está bien- digo asintiendo


-Genial- dice y cruzamos a la cafetería a comprar rosquillas. Compramos una docena y nos subimos al auto para ir a la residencia. Media docena se esfumó en el camino y la otra media la subimos a la habitación, me siento en mi cama y Sebastian en el suelo con la espalda apoyada en la cama. Abro la computadora y me conecto a Skype, Lola (y Daniel), Eli y Alex (con Luke), aparecen en diferentes cuadritos en mi pantalla.

Cuestión de SuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora