cuatro

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Dylan entra en celo.

"Hueles a él." Dylan siseó cuando Thomas llegó a su piso.

Dylan todavía vivía con Ki, pues habían decidido mudarse juntos solo después de estar atados por la marca.

Thomas frunció el ceño y se quitó el abrigo naranja para colgarlo. "¿Huelo a quién?" "Jhon." "Bueno, eso tiene sentido. Está en mi clase de inglés."

Apenas dijo eso, Thomas estaba siendo golpeado contra la puerta, Dylan presionando contra él, gruñendo. "No quiero que lo veas más."

Thomas lo apartó de un empujón con la mirada dura. "Cálmate, Dyl." Ordenó con firmeza "Tu celo está cerca, así que voy a disculpar esto...", hizo un gesto vago hacia el arrebato de su novio, "pero tú, bajo ninguna circunstancia, puedes decirme a quién puedo y a quién no puedo ver."

Dylan lo fulminó con la mirada y Thomas rodó los ojos, dirigiéndose a la nevera. El celo de un alfa era muy diferente al de un omega. Solo duraba un día, pero los efectos se podían encontrar latentes antes y después. Celos irracionales, posesividad; el celo era la única ocasión donde los alfas eran capaz de anudar, obviamente era diferente para las mujeres, pero ninguno de ellos había prestado mucha atención a la clase de biología. La evolución había detenido la necesidad de nudos para que los omegas queden encinta, pero aún se manifestaban.

"¡Eres mío!" Dylan siseó y Thomas lo ignoró, metió la mano en el refrigerador y sacó un emparedado. "Sé que soy tuyo. Y tú eres mío. Somos almas gemelas. ¿Está bien, Dyl?" Él chasqueó suavemente "Creo que está muy cerca. Más de lo que esperaba... probablemente mañana. ¿Has anudado a alguien antes?"

Dylan negó con la cabeza, tratando de recordar. "No. No lo he hecho. Apuesto a que has tomado uno antes, ¿no es así? ¡Puta! Apuesto a que tú y Jhon lo hicieron, durante el celo de ese tonto. Apuesto a que se lo tomaste por el culo..."

La mano de Thomas aterrizó con fuerza en la mejilla de Dylan y este se congeló. "Dyl." Thomas habló con firmeza, "¿Quién soy yo?"

Dylan gruñó, confundido y molesto "¿Qué?" "Dije... ¿Quién soy yo?" Cada palabra fue puntuada con un golpe en el pecho y Dylan lo miró fijo antes de que toda la tensión en su cuerpo se agotara. "Mi Omega", habló en voz baja, Thomas asintió, sus ojos aún duros e inflexibles, alejándose de él para tomar un paquete de galletas.

"Siento haberte golpeado", murmuró Thomas masticando, con una mano apoyada en su espalda masajeando suavemente. Dylan se acercó a él, subiendo su camisa para revelar la rápida formación de un hematoma desde donde lo había golpeado contra la manija de la puerta.

"Lo siento", Dylan emitió un sonido estrangulado, podía sentir lágrimas en sus ojos mientras besaba el cuello de Thomas desde atrás. Su omega se inclinó hacia él con satisfacción. "Está bien, Dyl. He tenido lesiones peores que esta. Una vez me rompí la pierna al caer de un árbol."

"Te lastimé." insistió disgustado consigo mismo. "¡Herí a mi omega!" "Tonto, solo estabas controlado por tu celo", se rió Thomas, presionando un beso en la nariz de Dylan al girarse. "Relájate. Los omegas nos curamos rápido. Parte de la herencia".

Acarició el cuello de su novio, ronroneando, sintiendo a Dylan calmarse y relajarse bajo su toque. "No debí haberte dejado solo tanto tiempo. Tu alfa se pone todo irritado", Dylan solo pudo emitir un murmullo de acuerdo mientras Thomas lo colmaba de elogios, cariño y atención.

"Pero estoy aquí ahora. Aquí para mi alfa grande y fuerte", bajó la voz seductoramente, mientras empujaba a Dylan hacia el sofá y se sentaba a horcajadas sobre él, moliendo sus cubiertas entrepiernas juntas, mordiendo suave a lo largo de su cuello. "Vamos, huéleme", levantó la cabeza y Dylan inhaló el dulce, dulce aroma, sintiendo que toda la ira del día se disipaba.

For Me ᵈʸˡᵐᵃˢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora