Capítulo 6: Sonríe y ahuyenta la tempestad.

49.2K 3.3K 2.9K
                                    

Bueno, tú eres el único que veo, y eso es lo único que nunca cambiará. Nunca dejaré de intentarlo, nunca dejaré de mirarte cuando te vas, nunca dejaré de perder mi aliento cada vez que te veo mirándome. Nunca dejaré de sostener tu mano, nunca dejaré de abrirte la puerta, nunca dejaré de elegirte, cariño, nunca me acostumbraré a ti. Y con esta canción de amor para ti, no es una fase momentánea, tú eres mi vida, no te merezco, pero tú me amas igual que yo a ti. Y cuando el espejo diga que somos viejos, no voy a mirar hacía otro lado, tú eres mi vida, mi amor, mi único, y eso es lo único que nunca cambiará... - Never stop / Safetysuit.

"Papá, perdón por hacer que grites, que sepas que a veces tan sólo queremos jugar, aún somos muy pequeños para comprender si tu humor está o no para juegos, pero prometemos que aprenderemos. No nos grites, tennos paciencia, sin tan sólo nos explicas las cosas con suavidad, prometemos que igual las aprenderemos, así como hace papi. Papá, estamos aprendiendo, estamos descubriendo el mundo, nuestras mentes tan sólo piensan en jugar, colorear, reír, y explorar, queremos que nos acompañes a eso. Estamos creciendo, a veces lloramos sin razón alguna, pero no nos regañes, ciertas veces sólo un abrazo tuyo o de papi nos reconfortará. No nos quedaremos pequeños para siempre, goza de nuestra niñez, creceremos, y más rápido de lo que crees, aunque tú ni cuenta te des. Acompáñanos en esta etapa primordial, papá, y aprende junto a nosotros."


-¡Y había juegos de colores! ¡Y muchos autos brillantes como los de tío Zayn y tío Liam! ¡Papi tenías que ver, había muchas casas grandes, muy, muy grandes!-

Loretta narraba con eminente emoción todo aquello que había descubierto en su corta estadía en Nottinham, junto a sus tíos, mientras saltaba enérgicamente en el colchón de la cama matrimonial junto al pequeño Romeo. El querubín de ojos azules trataba de llevarle el ritmo de los brincos de la mayor, aunque era algo un tanto complicado de hacer cuando sus piernitas apenas aprendían el cómo caminar bien.

-¡Gandes, muy gandes!- Repitió el niño, copiando las palabras de su hermana.

Harry - quién doblaba las últimas prendas del gran acumulamiento que se había formado en una silla- sonrió al ver a sus dos retoños tan llenos de alegría e inagotable energia, como todos unos niños sanos. Como a él tanto le gustaba verlos.

-¿Se divirtieron mucho entonces? ¿Querrán volver otro día a visitar a sus tíos?.- Cuestionó y Loretta enseguida le asintió ligeramente con una sonrisa de oreja a oreja.

-¡Sí! ¡Sí!.-

Exclamó, al mismo tiempo en que intensificaba sus cortos y activos saltos en el colchón con tan sólo el pensamiento de volver a visitar aquella hermosa ciudad. Cada salto que ambos de los pequeños retoños daban en la cama, lograba mover el cuerpo de Louis, quién estaba tumbado tratando de dormir un poco. Ese día en el trabajo había estado terrible, y tan sólo quería un poco de paz y tranquilidad que -estaba seguro- ninguno de sus hijos estaría dispuesto a darle. Su cuerpo entero se movía constantemente en un movimiento que comenzaba a irritarlo. Se hundía en el colchón y volvía a su posición normal una y otra vez. Louis tomó una almohada y cubrió su rostro, tratando de relajar sus humores verdes para no lanzarle un grito a Loretta y Romeo en ese mismísimo momento.

La blonda tomó ambas manitos de su hermano menor y comenzó a saltar junto a él, girándo mientras lo hacía, armando una ronda de saltos entusiastas en la superficie mullida. Ambos comenzaron a carcajearse por su improvisado juego, y sus caritas eran lo más regocijante que Harry había visto nunca. Sonrió nuevamente ante la vista, y terminó por doblar el sweater restante de la gran pila. Romeo se lanzó encima de Loretta de improvisto, logrando que ambos cayeron en el colchón y rebotaran unos instantes. Ambos comenzaron a reír más estrepitosamente entre una respiración agitada. Entre carcajadas, los dos niños volvieron a reincorporarse y se lanzaron una mirada cómplice de hermanos, la cual luego posaron sobre su padre de ojos azules descansando muy plácidamente. La gran calma y placidez que Louis trataba de conservar parecía unvitarlos a que arremetieran contra él. Ambos tomaron impulso y se lanzaron de lleno en su panza para luego rebotar y caer contra el colchón. Otro estallo de carcajadas comenzó a abandonar sus gargantas, inundando por completo la pieza. Pero el grito lleno de cólera que soltó Louis les informó de inmediato que no le había divertido en absoluto esa pequeña broma. Ambos niños detuvieron en seco sus risas.

A better story than Cinderella. {Larry Stylinson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora