CAPITULO 22🥃

63.9K 6.9K 1.9K
                                    

Edward

—¿Y qué parece, Elijah? —Escondí la burla al notar como el rostro de mi hermano se tornaba mas pálido de lo que ya se encontraba—. ¿Qué coño pasa aquí?

—Estoy enfermo —se apresuró a responder—. Y Elena amablemente vino a comprobar que estaba bien.

—Yo te veo bien —refuté. Elena escondió una carcajada con una ligera tos—. Además, no veo el motivo por el cual mi novia tiene que estar cuidándote.

—Elena solo... —la realidad de mis palabras se asentó en su cabeza y como si sus neuronas comenzaran a funcionar, se fijó en la bolsa con el logo de la farmacia estampado en la parte posterior—. ¿Novia?

—Bueno, eventualmente será mi esposa, pero no puedo decirlo aún.

Caminé hasta él, riendo al ver el aire abandonar sus pulmones.

—A la próxima avisa que estás a punto de morirte y voy preparando el funeral. —Empujé los medicamentos a su pecho, sosteniéndole la mirada—. No pienso abordarte estando enfermo así que te espero en mi oficina mañana.

—¿Mañana? —Frunció el ceño—. Vuelvo a Atlanta mañana.

—Ya no.

—Edward, puedo venir la próxima semana, pero... ¿por qué coño no puedes atenderme la próxima semana?

—Porque estaré de viaje. —Mis ojos se cuadraron en una Elena sonriente, la cual no intervino mas que para tomar sus cosas e instalarse a mi lado, aferrándose a mi cintura—. Elena y yo saldremos de la ciudad y tú te harás cargo del negocio familiar mientras yo no estoy.

Abrió la boca, cerrándola de golpe. Por mi parte, no esperé que refutara o lanzara alguna respuesta rápida a la información que le di, solo palmeé su hombro, le dije que se tomara los medicamentos y me marché con Elena tras asegurarme que él no moriría esta noche.

—¿Nos quedaremos en tu departamento? —Asentí, tomando su mano cuando la apartó, dejándola nuevamente sobre mi muslo mientras conducía—. Tendré que cuadrar mis horarios, tendrás que decirme cuando volveremos porque...

—Marie puede hacerse cargo de eso.

—Es tu asistente, no la mía y puedo hacer mis horarios yo sola, Edward Brown. —No oculté la sonrisa, de hecho, me carcajeé frente a ella sin importarme el manotón que dio en mi brazo—. No te rías de mí, señor millonario que no puede hacer sus propios horarios.

—Tu eres millonaria también —le recordé.

—Pero puedo hacer mis propios horarios.

Elena sabía que incluso si no mantenía una buena relación con Jacob, a ella y a Jeremiah le quedarían todos sus negocios, que ya había propiedades a su nombre y que a menos que repudiara lo que el hombre le daba, no podía hacer mas que aceptarlo.

—¿Solo iremos a Destin?

—¿Quieres ir a otro lugar? —pregunté, atento. Me lanzó una mirada enojada—. ¿Qué? No he dicho nada.

—Solo quiero saber que empacar.

—Nada.

Reí. Pese a que quiso enojarse, soltó una carcajada al igual que yo.

—No pienso andar desnuda todo el día.

—Yo pensaba en algo como comprarte ropa nueva, pero ya que insistes —bromeé, estacionándome en el parqueadero.

El día de mierda que tuve en medio de tantas reuniones preveía un mejor final a medida que los minutos pasaban. Elena se inclinó, desabrochó mi cinturón de seguridad y ocupó su lugar en mi regazo sin previo aviso, sosteniendo mi rostro entre sus manos.

FUMBLE (Kings of the game #2.5)Where stories live. Discover now