CAPITULO 28🥃

68.6K 6.4K 2.2K
                                    

Edward.

Me dirigí a mí oficina con Marie pisandome los talones, sus pasos apresurándose intentando seguirme el caminar a medida que entraba en el espacioso lugar. Miré mi reloj. Suspiré aliviado al notar que aún tenía tiempo de sobra para salir de aquí y acudir a mí reunión con el padre de Elena.

—¿Hay algo urgente, Marie? —hablé dejando mi café en la esquina de mi escritorio.

Acomodé mi traje consciente de que Elena lo había...desarreglado un poco antes de salir. Apenas si había logrado buscar mi autocontrol en la basura para dejar de poner mis manos sobre ella y correr fuera de mi departamento.

Había planeado pedirle que se mudara conmigo, pero tenía miedo de su respuesta, aunque ahora pasaba más tiempo allí que en su propio lugar, sabía que le gustaba tener su espacio por si quería salir corriendo. No era linda de idea en mi cabeza pero tampoco quería presionarla y hacerla huir.

—De hecho, sí. —Me observó por encima de su montura negra esperando a que me sentara en mi lugar. Había olvidado las tantas veces que le había pedido que se sentara para hablarme y me había ignorado. Con el paso de los años dejé de hacerlo, mucho mas ahora que luego de varias semanas apenas estaba comenzando a demostrarme algo de calma en medio de la rabia—. Tiene alguien esperándolo en recepción.

La observé confundido.

—¿Tiene cita? —Tomé el bolígrafo junto a los papeles dispersos en mi escritorio. Plasmé mi firma esperando a que Marie continuara.

— No la tiene —me detuve en mi tarea para mostrar mi confusión. Ella no me pasaba a nadie que no tuviera una cita concertada antes.

—¿Y hablamos de esa persona entonces por? —cuestioné al ponerme de pie

—Porque estás jodiendo con mi hermanita, a falta de una palabra más...sutil.

Me giré a la puerta tragando en seco al notar la figura robusta de Jeremiah Morris. Sus ojos encontraron los míos, verdes como los de su padre, e igual de imponentes y amenazantes.

—De hecho, sí hay una palabra más sutil —espeté notando como Marie soltaba una carcajada, divertida por la situación.

Elena no me había dicho que vendría a la ciudad, mucho menos que se presentaría a mí oficina para hablar. O amenazarme más bien. Esperaba no tener que pagar caro lo que hice con Nicholas, no iba a aguantar su mierda por muy hermano de Elena que fuera.

Entró sin esperar más con los brazos cruzados en su pecho. Sus vaqueros y camisa azul dándole un aire de comodidad como el que yo tenía con mis trajes. Sus ojos mostraron gracia mientras sonreía por mis palabras.

—Entendiste mi punto. —Le dedicó una pequeña sonrisa a Marie, comprándola con el simple gesto—. Gracias por permitirme esperar.

La mujer se relajó y tras darle una sonrisa salió sin mirarme. Demonios. Hoy tendría que lidiar con los dos hombres presentes en la vida de Elena. No me había preparado para esto.

—Sientate —indiqué.

Caminó hasta llegar a mi escritorio sin tomar mi palabra, en cambio extendió su mano en mi dirección. La tomé con recelo notando que estaba apretando más de lo necesario por lo que hice lo mismo ganándome una sonrisa de suficiencia. No iba a jugar conmigo.

—Jeremiah Morris —se presentó—. Me temo que tú y yo no nos hemos presentado como es debido.

Asentí sabiendo que tenía razón.

—Edward Brown. —Una risa seca salió de su boca—. Debo asumir que no viniste solo a eso, ¿o sí?

Sin dejar de mirarme se sentó en la silla tras él, mi parte educada haciendo lo mismo y tomando mi lugar habitual frente a él.

FUMBLE (Kings of the game #2.5)Where stories live. Discover now