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La hora de gimnasia estaba terminando.

La profesora estaba evaluando a un grupo de alumnos mientras que los demás, los cuales ya habían hecho las pruebas, boludeaban por el patio.

Yo me encontraba sentada en las escaleras junto a Juliana, mirando a un grupo de chicos que jugaban al fútbol en medio del lugar. Entre ellos, se encontraban Tadeo y Valentín, quienes aún tenían pequeños moretones notorios en el rostro, pero parecían no darles tanta importancia.

El sol irradiaba con fuerza sobre el patio descubierto. En esos días, comenzaba a aparecer aquel calor típico el cual indicaba la llegada de la primavera, y la cercanía del verano. Los chicos que jugaban a la pelota achinaban sus ojos por la fuerte luz, y transpiraban el doble al correr. Jugar abajo de ese sol debía ser agotador.

Miré de reojo a Juliana, quien tenía la vista atenta en uno de los jugadores, y por obvias razones pensé que se trataba de Valentín. El chico se encontraba corriendo en busca de la pelota, la cual la llevaba alguien del equipo contrario. Noté como sus ojos resaltaban más con la luz del sol, convirtiendo su azul profundo en un celeste claro que se destacaba. Luego de unos segundos, logró sacarle la pelota al pibe, y comenzó a correr al arco con su equipo alentandolo.

Y metió gol.

— ¡GOL CARAJO! — gritó el depa, junto con la celebración de sus compañeros de equipo, detrás de él, sonriendo con alegría. — ¡GRANDE TIN!

Valentín rió con ellos, felizmente. El tono de su risa causó extrañas sensaciones en mi estómago, haciendo que escucharlo sea algo agradable. Se sacó su buzo, y se lo ató a la cintura para seguir con el juego, dejando a la vista sus largos brazos gracias a la remera blanca que llevaba. Y así, volvió a correr, con la mirada atenta en los movimientos del equipo.

— Que lindo día, ¿no? — Escuché a mi lado.

— Sin dudas. — Le respondí sin pensarlo.

Su sonrisa, el color de sus ojos, su forma de hablar, sus pequeños lunares; mirarlo me causaba un consquilleo en todo el cuerpo, generando que una gran parte de mi, no quisiera dejar de verlo, o no pudiera hacerlo.

— Eve... — La voz de mi mejor amiga me sacó de mis pensamientos. — ¿Estás bien?

Extrañamente, me puse nerviosa. No sabía que me estaba pasando, y eso me asustaba.

— Si, estoy bien. — Le contesté insegura. — ¿Por qué?

Juli me miró divertida y elevó una de sus cejas. — Estabas sonriendo...

Abrí mis ojos como dos platos. Si en ese momento no me puse pálida, estaba a punto. Un gran pánico me invadió. «¿Por qué carajo estaba sonriendo?» pensé.

— Estabas mirando al depa ¿no? — Volvió a hablar Juli. — Me parece que te gusta mucho.

Tragué grueso, no tenía idea que responder. El hecho de estar sonriendo mientras veía a Valentín me tomó por sorpresa, y lo mejor de todo es que no sabía la razón del porqué... O mejor dicho, no quería admitirla.

¿Qué podía decirle a Juliana?. "Estaba mirando a Valentín, pero no es lo que pensas" definitivamente no iba a decir eso. "si, estaba mirando al depa, pero no me gusta." Tampoco, sería una mentira, no tenía la mirada en él. Pero, no tenía muchas opciones, y debía responderle algo.

— S-Si... — Terminé por decir en un tartamudeo. Me costaba sacar las palabras, no me hacía bien mentirle a mi mejor amiga. — Es que... Se ve lindo.

— La verdad que si, al igual que Valen... — Me dijo ella y permanecimos algunos segundos en silencio, hasta que de pronto volvió a hablar con su mirada fija en mí. — Eve, quiero declararme a Valentín.

• c u p i d o ; wos •Where stories live. Discover now