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Los lobos suelen salir a média noche, cuando las calles están vacías y solo algunos incautos las rondan.

Los lobos pueden ser temibles en la oscuridad pero encantadores ante la luz del día.

Los lobos acechan y obtienen lo que quieren. Juegan con su presa y la llenan con su aroma para que ningún otro depredador se acerque a ella.

Los lobos tienden a ser solitarios, tienden a ser escasos y suelen tener un olor característico a cuero, a lluvia y a bosque.

Los lobos deben mantener su naturaleza controlada y para dominar sus instintos  solo deben saciar plenamente sus necesidades básicas; hambre, sed, sueño, lujiria...

La casa se encontraba en silencio, Sinu, madre soltera de dos niñas, preparaba la cena mientras su hija menor hacía su tarea en la mesa de la cocina y la mayor miraba televisión en la sala.

Cuando los primeros panqueques estuvieron listos, la mujer los envolvió delicadamente y colocó dentro de una canastita tejida para que se mantuvieran calientes.

— Sofi —le habló a la pequeña al ver que esta ya estaba cerrando su libro y guardando sus cosas —. Ve a dejarle esto a tu tío Shawn —, pidió sosteniendo la canasta.

Sofi hizo una mueca antes de responder.

— Camila no ha hecho nada en todo el día. Que vaya ella —dijo quejándose.

La mujer suspiró y, tras otorgarle la razón a Sofi, llamó a la mayor.

—Camila —exclamó no muy fuerte ya que la chica tan solo estaba en la otra habitación.

Pasaron unos segundos antes de que Sinu obtuviera respuesta.

—Sí, mamá —dijo acomodándose los anteojos una joven figura de complexión delgada y cabello largo y castaño desde el marco de la puerta.

—Necesito que le lleves esto a tu tío Shawn —indicó entregándole la canasta.

La chica olfató un poco y entonces volvió a subir la mirada a su madre.

—¿Panqueques? —cuestionó.

—Sí —respondió con una pequeña sonrisa.

—Últimamente llevas muchas cosas dulces a casa del tío Shawn.

— Su esposa está embarazada. Hay que consentirla un poco.

—¡A su edad! —exclamó como si fuera lo más extraordinario del mundo.

— No seas grosera, jovencita —replicó su mamá dedicándole una mirada severa —. Tu tía es joven.

—Como digas —dijo encogiendose de hombros antes de dar media vuelta dispuesto a hacer el mandado que le acababan de pedir.

La verdad Camila no tenía ni idea de que su tía estaba esperando un bebé, era cercana a su tío pero nunca le agradó su esposa así que desde que se casó, hacía ya seis meses, se alejó un poco, por no decir bastante.

Es decir, la castaña siempre encontraba alguna excusa para no tener que ir cuando Sinu y Sofi los visitaban, lo cual había sido muy seguido el último mes porque se acababan de mudar a unas cuantas calles de ellos, pero en esta ocasión no tenía ningún pretexto, menos aún sumándole el hecho de que no había ido a la escuela y se la había pasado toda la tarde frente a la televisión.

En fin, la chiquilla tomó su suéter rojo de botones del perchero y salió de la casa.

—Por cierto —habló Sinu a su hija deteniéndola —, no hables con desconocidos —, pidió.

La chica asintió en respuesta con algo de fastidio y bajó del porche. Ya no era una mocosilla para que su mamá le dijera algo así al salir.

Los últimos rayos de sol del día le lastimaron un poco la vista a causa de haber pasado todo el día encerrada así que hizo una mueca de disgusto antes de comenzar su andar.

A pesar de que el sol aún la tocaba, la frialdad ya era penetrante, quizá debió ponerse otra clase de abrigo, pero bueno no regresaría a casa después de haber avanzado ya.

El calor de la canasta la reconfortaba un poco y sin duda el olor a panqueques abría su apetito, cuando volviera para cenar se comería hasta los de Sofi.

Se dio cuenta entonces de que iba muy distraída pensando en comida que ni siquiera estaba dándose cuanta hacia donde la llevaban sus pies.

La chica se detuvo en una calle fijándose si iba por el camino correcto y una vez que se dio cuenta que no, tuvo que ver a su alrededor para ubicarse.

— ¿Perdida? —cuestionó una voz ronca a sus espaldas.

Camila dio un pequeño respingo volteando y encontrándose con un par de orbes esmeralda sobre ella pertenecientes a una chica alta y tan atractiva que logró intimidarla aún más.

Su mamá le dijo que no hablara con extraños. Menos si ese extraño era una tipa que se había dado cuenta que estaba perdida.

Pero bueno, podría ser que no fuese una tratante de blancas  y que la tipa la ayudara si le decía que sí. Después de todo era muy poco probable que un chica con esa pinta; porte elegante y ropa impecable; fuese una criminal... ¿O era al revés?

Bueno, mejor dejaba de recordar como lucían los delincuentes en la televisión y se enfocaba.

¿Arriesgarse o no arriesgarse?

Eso le pasaba por fingir vomito con tal de no acompañar a su mamá a casa de su tío Shawn, ahí estaba su dosis de karma por solo haber asistido una vez a casa de sus tíos en la cena que hicieron para que la familia conociera su nuevo hogar.

En fin, a punto de responder algo, Camila logró visualizar tras  la ojiverde una casa y un árbol que le resultaron más que familiares, por lo visto solo se había pasado unos cuantos metros.

Quizá fue obra del cielo, "gracias señor" fue lo único que se le cruzó por la cabeza.

—N-no  —contestó y le dedicó una pequeña sonrisa con bastante timidez.

La chica sólo correspondió al gesto y luego vio a la castaña alejarse y entrar a casa de los nuevos vecinos que tenía.

Demonios...

De todos los lugares a los que pudo dirigirse, resultó que la castaña iba exactamente a esa casa.

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Gracias por leer ;)
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Pd; Si viste mi publicación en Lauren quiere ser tops, te agradezco de nueva cuenta el apoyo
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Noche De Luna Llena || Fanfic CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora