Capitulo 2: una nube cuelga sobre mi

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-despierta bella durmiente, tienes que asistir a una junta con el jefe en 20 minutos.... -susurró Hanji, interrumpiendo su necesitado sueño de belleza.

Aparentemente, su día si iba a tener problemas.

-5 minutos más, por favor... -murmuró Eren, ocultando su cabeza de la chica a su lado.

-no me hagas probar todas las alarmas predeterminadas de mi teléfono contigo, levántate ya! -dijo con energía, "acaso fluye red bull por sus venas en vez de sangre? Porque no me explico esa gran cantidad de energía en una sola persona" pensó Eren.

El castaño suspiró, fastidiado de tener que levantarse para fingir que es un adulto responsable ante un montón de viejos con dinero y se levantó para ir al baño y lavarse la cara solo para estar más despierto. Odiaba las juntas, y las odiaba el doble si tenía sueño, así que lo menos que podía hacer era intentar estar algo más despierto para no hacer ninguna idiotez.

Mientras salía del baño con energías renovadas volvió a su escritorio y preparó sus cosas, definitivamente estaba de todo menos ansioso por asistir a esa junta. Tomó todo lo necesario y se dirigió a la oficina de su jefe para avisarle que la junta era dentro de poco, no obstante, este solo le hizo una seña de "si, si, ya entendí, ahora vete que estoy ocupado tratando de coquetear con una bella señorita", o al menos eso es lo que interpretó Eren.

El castaño fue la primera persona en llegar a la sala de juntas, así que se sentó en su lugar de siempre, una esquina fuera del círculo de sillas predispuestas en forma de círculo, listas para discutir acciones de trabajo, o tal vez invocar algún demonio para hacer que la vida siga conspirando en contra de Eren.

Poco a poco la gente comenzó a llenar la sala, y por fortuna para Eren, los primeros dos hombres que entraron se quedaron hablando entre ellos y no repararon en su "insignificante presencia".

El resto fue uniéndose poco a poco, aún metidos en sus propios mundos y conversaciones, hasta que finalmente apareció su jefe, con 5 minutos de retraso.

Eren lo único que pudo hacer fue lanzarle una mirada de desaprobación que fue completamente ignorada por todos, y aún más por su jefe, que parecía hacer como si no existiera.

La junta transcurrió bastante normal e incluso aburrida, aunque los comentarios de aquellos viejos no faltaron, siempre eran lo mismo: "me encantaría tener una cara tan bonita en mi empresa", "es sorprendente que aún siga soltera", "se ve como una persona eficiente, si fuera un hombre no dudaría en que es la persona más indicada para manejar una empresa" o el peor de todos "cuánto crees que acepte por pasar la noche conmigo?".

Ese tipo de comentarios los recibía en cada junta sin falta, y su jefe a penas decía algo para hacerlos callar, pero sería inútil, tanto como para su jefe como para el, esos tipos eran viejos con dinero, y siempre se creían la cosa más importante del mundo, no dejarían que nadie los haga callar.

Después de un tiempo Eren simplemente se acostumbró a sus comentarios, que hasta el día de hoy lo seguían atormentando por dentro, haciéndolo sentir como un objeto más del lugar.

Había veces que lo único que quería era morirse o desaparecer, cualquiera de esas opciones estaba bien, mientras estuviera lejos de aquellos viejos raros que lo único que hacían era hacerlo sentir como un objeto, o si tenía suerte, una persona que era incapaz de ser algo o alguien solo por ser una "chica".

Pensó seriamente en hacerle un altar a su madre algún día, con solo 5 años fingiendo ser una chica, realmente se sentía mal por imaginar que su propia madre tuvo que pasar por toda esa mierda en algún momento.

Con eso en mente, salió del lugar sin despedirse de nadie, aunque tampoco nadie notó aquello.

Se dirigió a su casa mientras caminaba tranquilamente, pero como pareciera que el mundo tiene un tatuaje que dice "odio a Eren Jaeger" se dio cuenta de que olvidó sus llaves dentro de su cass cuando llegó a esta.

"Esta será una tarde muy larga" pensó, suspiró e intentó entrar por la ventana que (sorpresa!) estaba cerrada.

El castaño soltó un grito de frustración e intentó trepar al segundo piso, rogando por que la vida tuviera algo de piedad con el y no cayera sobre un cactus o se rompiera una pierna (en el peor de los casos, el cuello).

Y parecía que la vida si escuchó sus plegarias porque para su suerte la ventana del segundo piso si estaba abierta y no se lesionó ninguna extremidad tratando de abrirla.

Lo que no sabía es que su jefe había visto todo desde la cafetería del frente.

"Su suerte siempre es tan mala o solo hoy?" Fue lo que pensó Levi al verlo.

Doble Vida [Riren]Where stories live. Discover now