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Una semana atrás, mi madre recibió un correo del centro educativo donde estudio ahora. En él, hablaban de lo sorprendidos que estaban conmigo por mi capacidad de razonar tan madura y sacar notas tan increíbles en todas las asignaturas. Mis respuestas siempre eran correctas y hasta llegaba a corregir a la profesora, lo cual, para el centro fue aún más increíble que todo lo anterior. Es por eso que decidieron enviarle a mi madre información sobre centros más adecuados para mí, para niños especiales con un coeficiente intelectual más alto de lo normal para la edad de un niño de diez años.

Fue incluso gracioso recibir una llamada de mi madre ese mismo día gritándome mientras me comentaba sobre el correo. Claro que mi intención no era llegar tan lejos pero quizá no medí lo suficiente, de todas formas, le resté preocupación y prometí no seguir jugando al chico superdotado. Sólo era una pequeña travesura por el aburrimiento que me enfrentaba cada día cuando me sentaba ese pupitre.

Mi madre, que no quedó muy satisfecha con mis palabras, terminó pasándolo por esta vez siempre y cuando no se repitiera. De haber una segunda vez, de seguro no serán palabras lo que me llegue, y por eso, conociéndola tan bien e imaginando de lo que sería capaz, me prometí que de verdad no seguiría con el juego.

¿Pero qué otra cosa podría hacer para matar mi tiempo?

— ¡JEON JUNGKOOK!

El cuenco de palomitas que tenía sobre mi regazo prácticamente voló y todo cayó al suelo. La bolsa de gominolas que tenía en la mano mi amigo, y que estaba a punto de abrir, se rompió más de la cuenta por el brinco que dio y muchas cayeron sobre el sofá mientras que el resto al suelo. Todo echado a perder en cuestión de segundos. Sin embargo, lo que más me dolió fue cuando mi mando de la consola impactó contra el suelo porque mi otro amigo lo dejó caer por el susto.

Resumiendo.

Park Jimin acababa de llegar al apartamento de trabajar y nos pilló a mis amigos y a mí dejando como una pocilga su pequeño salón. ¡Pero es que no pensé que llegara tan pronto! Tenía muy calculado el tiempo, sabía la hora a la que llegaría y por eso invité a mis compañeros a venir a casa y jugar a la consola. Milimétricamente tracé el plan y lo comenté con el resto de chicos, ellos en un principio pensaban que era una mala idea porque si sabían que yo debía calcular todo minuciosamente, eso quería decir que ellos no serían bienvenidos, pero al final los convencí diciéndoles que exageraba mucho y que sólo quería que mi tutor no estuviera para que no nos molestara.

Gran mentira pues lo que más temía es que Jimin me regañara por traer otras personas a casa.

Pero ahí está, rompiendo a pedazos mi "brillante plan" y gritándome bajo las caras asustadas de mis compañeros. Todos ellos se levantaron o dejaron lo que estaban haciendo para hacer una reverencia en dirección a Jimin y que, por suerte, eso consiguió ablandarlo un poco y detener sus exclamaciones. Aunque he de decir que no lo detuvo del todo pues se acercó a mí bajo una falsa sonrisa al resto y atrapó mi brazo para que quedáramos a pocos centímetros.

— ¿Qué dije sobre reuniones en mi casa? —habló entre dientes, intentando mantener esa falsa sonrisa a los demás chicos para no asustarlos.

— Ni que fuera una reunión clandestina, somos niños —me crucé de brazos y lo miré serio.

— Sí, muy niños —hizo énfasis en la última palabra, recalcando una vez más que la palabra niño tenía un poder muy diferente viniendo de mí, y que sólo él sabe cómo la uso—. Recoge todo esto.

— A sus órdenes —le hago un gesto simulando ser un soldado y me giro a mis amigos a pesar de haber escuchado los dientes de Jimin rechinar—. Chicos, tendremos que dejarlo para otro día.

The Little( ̶B̶i̶g̶) Cookie [JiKook]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora