Matar o morir

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Rupert Greco se tomó la charla con el Monarca Duskefurr muy personal, por lo que quiso ir a hablar con él a solas, sin la compañía de Seth ni de nadie.

- ¿está seguro de esto? - Dennis, el conserje, lo miró antes de irse -  ¿no correrá peligro?

- ¿por qué te preocupas tanto? - se extrañó - seamos realistas Dennis, mi vida no vale más que la de cualquiera de todos los que están muriendo día con día.

- pero si muere usted, todo se paraliza ya que aún no ha seleccionado al siguiente Gran Sacerdote, aunque sea, con todo respeto, debería llevar a alguien que lo acompañe...

- no Dennis, esto tengo que resolverlo solo, no quiero exponer a nadie más, en especial sabiendo que él es muy hostil...

- como usted diga - suspiró resignado - pero cuídese, no quiero tener que ir a sacar un ataúd para enterrarlo a usted.

- descuida Dennis, estaré bien - le sonrió y se fue.

Al llegar al castillo donde él vivía, los militares Elfos lo notaron y sin pensarlo le apuntaron con sus armas, pero al notar que era el Gran Sacerdote y que lo que quería era hablar con el monarca entonces lo llevaron para allá, pero siempre apuntándole con sus pistolas para que no se le ocurriera hacer "vandalismos" como los que eran comunes en el ejercito de los ángeles.

- díganle que no me interesa verlo - el monarca fue directo.

- pero es el Gran Sacerdote - su esposa lo miró a los ojos - para que él haya venido aún sabiendo que es de los peores momentos para hacerlo ya dice mucho, quizás tenga algo importante que decir.

- sea lo que sea que quiera, simplemente no me importa, que se vaya.

- ¿pero por qué? - ella estaba desconcertada. Normalmente en las guerras, las mujeres tenían un papel menos rencoroso y no se dejaban llevar tan fácilmente por las diferencias ideológicas entre las razas.

- porque es un maldito ángel y ellos son los que han ocasionado todo este despelote... nosotros no tiramos la primera piedra mujer, fueron los ángeles y por culpa suya se desencadenó la guerra, y ese tal "Gran Sacerdote", lo único grande que tiene es la mente para mentir, díganle que se vaya - le dijo a unos miembros de la milicia de los elfos, quienes se lo comunicaron a Rupert Greco.

- insisto en que tengo que hablar con él - los miró.

- lo sentimos, pero si el rey no quiere hablar, es mejor que no lo molestemos - guiaron al ángel a la salida, pero este fue corriendo a la habitación donde el monarca estaba y empujó la puerta con mucha fuerza para que se abriera. Del impulso hasta él mismo casi se cae.

- dije que no lo quería ver - miró muy mal a los otros.

- él corrió hasta acá - se excusaron.

- señor Duskefurr... - Rupert Greco alzó ambas manos en señal de inocencia.

- fuera de aquí o haré que te disparen - señaló la puerta.

- no pienso irme - se puso serio - vengo desde muy lejos para hablar sobre nuestra situación como razas vecinas...

- no creo que tengas nada importante que decir, ni nada que compense todas las muertes que has causado, cerdo inmundo - lo miró con furia.

- calmémonos un poco... - Rupert Greco no era esa clase de persona que se dejaba llevar por sus impulsos - quiero aclarar que la guerra, si bien incluye a nuestra raza, está fuera de mi alcance. Nunca me preguntaron nada antes de iniciarla ni mucho menos comparto los pensamientos que tienen los militares ángeles a cerca de ella. No estamos en guerra solo con ustedes sino que los ángeles nos estamos acabando nosotros mismos.

En busca de un "Gran" SacerdoteWhere stories live. Discover now