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LACRIMOSA DE MOZART SE ESCUCHABA en una habitación en particular con ocho personas dentro de ahí

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LACRIMOSA DE MOZART SE ESCUCHABA en una habitación en particular con ocho personas dentro de ahí. Los arcángeles se encontraban dentro mientras que dos enfermeros hacían guardia en las puertas de hierro.
Cuatro arcángeles se encontraban a los costados de la camilla blanca en donde una mujer de cabello rubio yacía recostada boca arriba sedada e inconsciente.

Miguel se encontraba en la cabecilla con su cabeza agachada, orando a Dios al igual que los demás arcángeles de confianza.

Las palabras que se murmuraban no se podían escuchar muy bien, solamente alababan a Dios y agradecían por la oportunidad que se les había dado para tener un nuevo ángel entre ellos.

Heather no sólo había sufrido la lobotomía cerebral, sino que también habían realizado los electrochoques y la habían sumergido completamente en agua fría, atada a una silla de madera sin poder moverse hasta aceptar quién era "realmente".

—Dios nos reúne para dar la bienvenida a la novena arcángel de nuestro Ejército Celestial. Nuestra gran importante arcángel de nombre Azrael: ángel de la muerte y por misión, recibe las almas de los muertos y conducirlas para que se le sea juzgada.

Raguel se alejó un poco y se dirigió hacia la pequeña mesa de metal que estaba cerca de la puerta. En la mesa, había una almohadilla blanca con bordados dorados y en medio de ésta había una daga con empuñadura dorada y su hoja era afilada era plateada, no había señales de que hubiese sido utilizada anteriormente ya que la ceremonia era una de las más importantes que tendrían.

La mujer de cabello castaño se acercaba a la líder de la mafia mientras ésta citaba en voz alta versículos de la biblia.

—Éxodo 1:16 y {les} dijo: Cuando estéis asistiendo a las hebreas a dar a luz, y {las} veáis sobre el lecho del parto, si es un hijo, le daréis muerte, pero si es una hija, entonces vivirá.

Cuando Raguel se colocó en un lado de Miguel con la almohadilla en ambas manos, la mujer de cabello blanco volteó hacia la castaña y tomó el cuchillo entre las dos manos alzándolo.

—Con está daga eliminaré las impurezas que rodean su cuerpo, eliminaré toda clase de suciedades para que nuestra nueva arcángel nazca.

La hoja de la daga acarició las clavículas descubiertas de la mujer rubia y sin vacilación alguna, deslizó el cuchillo haciendo una herida profunda que dejaría una cicatriz. Una línea recta vertical de 10 centímetros con otra línea recta horizontal de 5 centímetros formaba la cruz que Jesús cargó antes de morir.

—Y con la sangre que se derramó, tomarán de ella y se les bendecirá con su muestra.— Prosiguió Gabriel y tomó el cuchillo en donde había rastros de sangre de Heather.

Gabriel fue el primero en colocárselo y siguió con Miguel, después fue con los seis restantes y con su pulgar el líquido rojo en cada lengua de los arcángeles.

Para muchas personas que vieran eso dirían que eso sería algo enfermo y desquiciado, pero esa era la ceremonia de los ocho arcángeles para recibir al nuevo ángel que traería paz y unión en Los Santos.

La ceremonia estaba apunto de terminarse, por lo que Miguel, Gabriel y Rafael se colocaron en la cabecilla de la cama.

—Hebreos 13:20-21 El Dios que da la paz levantó de entre los muertos al gran Pastor de las ovejas, a nuestro Señor Jesús, por la sangre del pacto eterno. Que él los capacite en todo lo bueno para hacer su voluntad. Y que, por medio de Jesucristo, Dios cumpla en nosotros lo que le agrada. A él sea la gloria por los siglos de los siglos.— Habló el hombre moreno de apodo Rafael, protector de los viajeros.— Amén.

—Sus dagas.— Ordenó Miguel.— Es momento de bendecir el cuerpo de Heather Reed con nuestra sangre que se derramará al rededor de su cuerpo.

Los miembros no tardaron en sacar sus dagas sagradas dentro de sus sacos blancos

El Ejército Celestial no era una de las mafias más poderosas sino que también es una secta que creen que hacen el bien. Eso Jack lo tenía en claro en mente desde ver la muerte de Heather en persona y él sería el que los capturaría para hacer justicia a la muerte de aquella agente de Detroit que había amado desde hace demasiado tiempo.

Los murmullos se escuchaban a lo lejos

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Los murmullos se escuchaban a lo lejos. La voz de un hombre y una mujer había hecho que me despertara por lo que abrí lentamente los ojos y afortunadamente las luces eran tenues. No recordaba mucho, solamente que estaba en la Torre Meinkord de Los Santos.

—Está despertando, Miguel.— Mencionó la voz masculina.

Escuché pasos acercándose hacia donde yo estaba, por lo que enfoqué mi mirada en las personas recién llegadas y esbocé una sonrisa.

—Creí que me dejarían en la azotea.— Traté de acomodarme en la camilla pero un dolor en mi hombre impidió moverme, provocando que soltara un gemido de dolor.— Dios, el dolor sigue siendo insoportable.

—No intentes hacer mucho esfuerzo. Dios sanará tus heridas.— Habló Miguel con una pequeña sonrisa.— Pensamos que dejarte y que te ocultaras sería una buena opción, pero Gabriel insistió en llevarte con nosotros.

Miré al hombre de ojos grises con una gran sonrisa.

—Agradezco demasiado lo que hiciste, Gavin. Dios te bendecirá por tu acto de inteligencia y valentía.

El mencionado estuvo por hablar, pero fue interrumpido por la arcángel de cabello blanco.

—Sabes que no debemos de decir nuestros nombres, Azrael.

Casi olvidaba las estrictas reglas de no mencionar nuestro nombre o el de nuestros compañeros en voz alta, pero esa regla era muy innecesaria para mí.

—No debes de ocultar tu verdadero nombre, Bella. Es lindo e identifica nuestra verdadera persona.

—Reglas son reglas y debes cumplirlas.

Rodeé los ojos ante lo aburrida que sonaba Bella en esos momentos.

—¿Cuándo saldré de aquí?— Cambié de tema mirando a Miguel en busca de respuestas.

— Eso será difícil de decir pero tal vez en tres días, tienes que reposar y estar lista para la huelga de los ciudadanos.

—¿Huelga?

No recordaba que ellos habían mencionado eso antes de ir a la Torre Meinkord.

—Durante tus días ausentes, hemos preparado un plan para atacar directamente a la policía de Los Santos.— Continuó Miguel.— Pero eso te lo explicará Gabriel. Tengo que irme, tengo un par de asuntos que resolver con Calavera.— Se despidió con una pequeña sonrisa y se fue de la enfermería, dejándonos solos a Gabriel y a mí.

—Y bien.— Miré al hombre de ojos grises con ropa blanca.— ¿Cuál es el plan?

Mientras Gavin hablaba sobre el plan, intentaba prestar atención pero las dudas empezaron a invadir mi mente. No sabía si era normal sentirme extraña, sentía que había algo que estaba fuera de lugar y era algo grande, pero no tenía ni la más mínima idea de lo que era. Era extraño y quería resolver lo más pronto mis dudas.

𝐇𝐄𝐀𝐓𝐇𝐄𝐑; JACK CONWAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora