Dia 22: Angeles y demonios

220 23 21
                                    

"El amor nunca dejará un corazón en donde lo encontró"
A. B.

111

La primera vez que lo vi, él solo era un niño de tres años. Demasiado pequeño para morir.
Yo estaba furioso, como cada vez cuándo me tocaba hacer algo así a un niño, viendo que este era de los mas frágiles que había visto, como si hubiera nacido sin la esperanza  vivir.
Su madre que había llorado hasta quedarse dormida a un costado de la cama infanti, mientras su padre aún buscaba alguien que pudiera curarlo.
Entonces vi como su final estaba llegando, como el anochecer llegaba para pequeño niño. Me acerqué decido para terminar con ello, alegando que de esa forma también acabaría con su sufrimiento. Cuando de repente, me miró. Sus ojos azules con un brillo verde me miraron no como si vieran atravez de mi, sino como si realmente pudieran encontrarme.
Y por primera vez retrocedí, y él me siguió mirando hasta que poco a pocos sus ojos se cerrados. Dormidos.

222

Steve tenía cinco años cuando volví a verlo, había sobrevivido a varias de sus enfermedades, pero aquella pulmonía parecía se la última.
Su madre lloraba y su padre apretaba los labios mientras el médico lo examinaba, le daba esos medicamentos humanos y decía que se preparen para esa noche.
Steve otra vez me miró en medio de todas esas personas, quizá para ellos era como si él delirara, porque me sonrió, me sonrió hasta que sus ojos brillaron.

333

—Se quien eres —me dijo con su débil voz. Era la primera vez que me hablaba.

Había pasado un año desde que lo vi, su cabello rubio era un poco más largo pero seguía viéndose como cuando tenía tres.

—Eres mi ángel de la guarda.

Me sorprendí, solo un momento, recordé que solo era un niño y él no entendía. Espere que tampoco lo hiciera.
Así que sonreí. Sin mentiras en ella.

—¿Sabes mi nombre? —susurro, pestañando para soportar su sueño. Apesar de lo débil que estaba se había mantenido despierto, fingiendo dormir, quizá que su madre nos deje solos.

—Steve.

Sonrió ampliamente, como lo hacía brillar sus ojos. Era un niño adorable, que se emocionaba solo con que sepa su nombre. Un nombre que sabía desde que fui asignado a él.

—¿Y tú? ¿Cual es tu nombre? —me dijo con ilución.

Tenía un nombre, tenía varios, ninguno que podria decirle, pensé en simplificarlo, pensé en un nuevo nombre que me gustará.

—Bucky —respondí.

—Bucky —repitío.

Y nunca había sentido un nombre tan mío, como ese.

444

—No sé si es peor —mencione con molestia— que no hayas cuidado tu salud o los moretones que tienes encima.

—Si lo dices por las zanahorias que nunca como —vostezo Steve.

Tenía una anemia severa, el cual lo hacia ver más pálido, realzando el resto de un golpe bajo su ojo derecho.

—Si tu madre te dice come esto, lo comes, Steve.

Él me miró. Estaba sentado en el sillón de su sala, después de casi desmayarse al llegar de su escuela. Tenia nueve años, aunque aparentaba de siete.

—Y si dice no te metas en problemas, no te metes en problemas.

—Esos niños son malos —se defiendio— querían robar...

Fictober Stucky 2020Where stories live. Discover now