O2: Sayo-nara.

127 10 2
                                    


(Narrador: Monika)


Las chicas no entendían porqué miraba tanto a Sayori, pero desconfiaban un poco de mi, probablemente creían que mi preocupación era mucho mayor en el caso de aquella chica, de cabello color salmón.

─Monika... ¿sucede algo?─ preguntó curiosa Yuri, acercándose a mi pupitre.

─Aah... Yuri, quiero que sepas qué...─ no sabía que decirle, hace unos días había hecho pedazos su cordura ─Eres una amiga increíble, y una persona que realmente no merece morir así, sabiendo que tu arte debería ser reconocido por el mundo, en vez de guardártelo para un triste final, como el que se aproxima─.

─M-Monika... ¿enserio crees eso?─.

─Claro, y entre nosotras... desde que te uniste al club, siempre fuiste mi favorita, por ser la que escribía mejor─ dije guiñándole un ojo, y causando que se sonrojara.

─Wow... siempre creí que... me odiabas por ser tan... rara y... tímida, creí que preferías a Natsuki por siempre escribir cosas positivas y dulces─.

─Sí, reconozco que escribe de una forma muy bonita a pesar de ser simple, pero tu forma de escribir siempre me dio algo de envidia... sana, por supuesto. Me sentía una tonta dándole consejos del día a las chicas, sabiendo que nunca harían ningún cambio en su escritura, ninguno ya que no eran los consejos que me dabas a veces─.

─Haha... bueno, muchas gracias Monika, no esperaba que... me dijeras algo así en una situación tan desfavorable, pero prefiero que lo hayas hecho antes de guardártelo para ti. Y descuida, siempre creí que eras una excelente presidenta del club, y lo sigues siendo─.

─Gracias a ti, Yuri, y espero me perdones─.

─¿Por qué?─.

─Por no haberte protegido de ti misma, sabiendo que eras mi amiga─.

Enseguida su expresión de felicidad cambió a una de confusión, sus manos temblaron un poco, y alzó una ceja; con tono interrogante intentó saber a que me refería, preguntándome más, pero decidí solo sonreirle y proceder a acercarme a Sayori.

Pensativa, contemplando las estrellas, y acariciando sus mechones de cabello color salmón; se dio la vuelta al notarme, y puse mi mano en su hombro, logrando obtener una sonrisa dulce a cambio.

─Es interesante morir de una forma tan... extraña, ¿no crees Monika?─.

─¿No le temes a la muerte?─.

─No, y la verdad, creo que muchos desearían morir contemplando algo tan hermoso como esto, que allí solos, en el planeta Tierra, en circunstancias no siempre agradables. La muerte debería ser un regalo, no un castigo─.

─...─.

─Ah, perdón, te estoy aburriendo, hehe─.

─Descuida, en momentos como este, prefiero que muestres tu verdadero ser, a que mueras siendo algo que no eres. Estos son nuestros últimos momentos, será mejor que todas sean lo que deseen ser─.

─Bueno, quiero ser tu amiga─.

No pude evitar derramar algunas lágrimas, que alertaron a mi compañera, e hicieron que un abrazo por parte de esta, fuese el consuelo que quería recibir.

─Perdóname, Sayori, eres a la que más lastimé... debí ayudarte, y en lugar de eso, puse en tu cuello la sentencia final... no merezco tu amistad─.

─¿Pero qué dices?, no me has hecho nada... o, ¿hay algo que no me has contado?─.

Besé su frente, y seguí junto a ella, dejando que me abrace, y acaricié su hermoso cabello durante unos minutos. No sé cuanto tiempo pasó, pero al parecer me dormí, así que volví a despertar, contemplando su final.

─Monika... creo ya es hora─ dijo, viendo como una luz azul salía de su corazón.

El salón cada vez más se derrumbaba, dejando caer trozos del techo, y viendo algunos pupitres desmoronarse. La abracé, era la última vez, así que con fuerza, tomé sus manos, y al separarnos, le pregunté.

─¿Crees que merezca tu perdón?─.

─Ya lo tienes... esa soga ya no está, y creo que... has sabido aprovechar tu oportunidad... tu segunda oportunidad... espero nos reencontremos, como polvo de estrellas y nubes de gas─.

─Te amo... Sayori... te amo como la mejor amiga que pude retener, el mejor miembro que pude tener, y la mejor persona que pude conocer─.

─Yo también te amo... Monika, nos vemos─.

─Sayonara... mi estrella─.

La luz se expandió por su cuerpo, hasta desaparecer, dejando un polvo azul en el suelo, que más tarde se esfumó por una ventana algo abierta del salón, y desapareció. A lo lejos, hubo una explosión silenciosa, y una estrella nació; las otras dos observaron todo, se acercaron a la ventana, y saludaron a esa pequeña formación, recibiendo a cambio, un parpadeo veloz.

J'suis pas dupeWhere stories live. Discover now