O7: No estoy engañada.

101 12 1
                                    


Desperté, ya ni sabía donde estaba, parecía estar sobre un pupitre que flotaba en la nada. Abrí mis ojos verdosos, y observé bien mi entorno, parecía ser un lugar diferente, si bien era el cosmos, no localizaba aquella estrella azul, ni a esa nube morada, ni tampoco a esa pequeña luna que por allí orbitaba.

─¿Dónde estoy?─ hablé sin querer en voz alta, para luego ver si podía moverme.


"En tus hermosos ojos,

en tus cálidas manos,

en tu oscuridad y penumbra,

en tu hermosa voz...

encontré las más bellas mentiras"


"Me digo a mi misma,

que no estoy engañada,

que te amo con mil Universos,

que tu alma debe ser atesorada"


Ese no era el poema que Natsuki había escrito, era el mismo papel que detrás tenía eso, así que observé bien, y debajo de aquellas palabras, encontré algo que había escrito Natsuki.

─"Monika, mereces el perdón"─.

Como si fuera... magia, códigos, o nada, esas palabras que sin querer dije en voz alta, hicieron que mi entorno se revelara; estaba más cerca de aquellas tres formaciones, de lo que antes pensaba.

─Sayori, Yuri... y Natsuki─.

Una luz verdosa apareció en mi pecho, justamente en mi corazón, y su brillo cegador me hizo cerrar los ojos rápidamente.

Parecía ser un sueño, parecía ser el final, ¿de verdad había sido perdonada?, ¿de verdad las rutas que tomé fueron pasadas por encima como algo irrelevante?, ¿de verdad había aprovechado bien esa segunda oportunidad?.

Me dejé llevar, pero la transformación me tomó más tiempo, probablemente por ser... bueno, por ser Monika, la criatura omnipresente, omnipotente, que todo lo ve y que todo lo puede.

Fue extraño, me convertí en una nube algo gris y con toques de verde, que se expandía hasta llegar a aquella estrella azul, nube morada y satélite natural. No sé cuanto tiempo transcurrió para que me expandiera, pero para mi fue muy rápido, quizás, fueron millones de años, no lo sabía, ser un cuerpo celeste no te hacía notar el tiempo.

Me expandí más y más, hasta que la estrella azul, que realmente era muy caliente, quedó en el centro, como si fuese mi corazón. La nube morada también se expandió, y mezclada con lo que parecía ser mi nueva forma, dejó ver algunas formaciones rocosas, algunas muy grandes, y otras más pequeñas.

Lo que sabía era que cuando las más pequeñas se juntaban una y otra vez, formaban planetas inmensos. La luna esperó su tiempo, y se acercó a uno de aquellos planetas, orbitándolo, cada momento.

Era un espectáculo hermoso, al parecer, esas tres figuras habían estado esperando para acontecer esto, un bello sistema solar, con una estrella azul, realmente caliente en su centro, una nube morada formaba cada vez más, nuevas formaciones y objetos celestes, un satélite orbitando un bello y gran planeta, y a mi, la creadora de todo esto.

Por fin, mi lugar había sido un punto clave, algo claro, y la creadora de algo maravilloso, algo que nunca se habría dado, conmigo sola, manejando rutas y cosas que no debía tocar.

No sé cuanto tiempo transcurrió, pero sí que cambió todo mi entorno, ya que habían menos asteroides, solo un cinturón lleno de estos, y cinco o seis planetas, al rededor de una bella estrella, que no sé cuantos años tendría ahora.

Por mientras, seguía siendo una especie de nebulosa, con más colores que un mismo verde, alrededor de lo bello, alrededor de incontrolable, por el resto de la eternidad, siendo una con el Universo, en sus confines, en su cosmos, siendo algo eterno.

Y no, no estoy engañada, ya sé cual es mi lugar, y no es en un mundo solo, es en un sistema cósmico, junto a aquello que tanto quiero, que tanto amo, y no, no era mi club de literatura, era de sus ex-miembros, de mis amigas.

Gracias por su perdón...

J'suis pas dupeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora