Capítulo 2: Tiempos tormentosos

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En su tierna infancia Shang Qinghua era muy pequeño para entender la raíz de tanto odio hacia su persona. Un día estaba cómodamente en los brazos de su abuela y al día siguiente su abuela lo dejaba en la entrada de la aldea más cercana. Ella a una distancia de esta sin atreverse a entrar o acercarse demasiado. Las miradas de alerta de los aldeanos la detenían. Sin comprender todavía porque estas personas lo miraban con tanto odio, el pequeño niño pensaba alejarse y volver al lado de su único familiar.

Fue ahí cuando su abuela le hizo una seña para que se detuviera y ahí frente a todos se puso de rodillas e hizo una reverencia a las personas de la aldea.

"¿Abuela...?" preguntó el pequeño niño en esa ocasión. Era la primera vez que veía a su abuela inclinarse ante alguien y tenía mucho miedo. Ignorando la orden de su abuela, sus pies volvieron a retomar el paso hacia ella cuando una mano áspera tomó rudamente su hombro.

"Lo cuidaremos, pero debes mantener tu palabra" declaró el aldeano que ahora cargaba a Shang Qinghua como si fuera un saco de papas y lo adentraba cada vez más en la aldea.

Alejándolo así cada vez más de su abuela, su triste figura desapareciendo de su vista.

En los primeros años de convivencia con los aldeanos era víctima de múltiples maltratos. No solo por Chang Gui y su pandilla, los adultos nunca dejaban de darle los trabajos más despreciables, trabajos que un pequeño niño no sería capaz de hacer sin resultar herido en el proceso. Cuando estaba siendo golpeado por los otros niños una pequeña parte de él esperaba por la llegada de un adulto para salvarlo, pero estos no le dedicaban una sola mirada. Mucho menos una mano para ayudarlo.

Su corazón desde una edad temprana aprendió muy bien lo que era la crueldad humana.

Al principio pensaba que su abuela lo odiaba y por eso lo había abandonado, cualquier intento que hacia por regresar a su hogar y pedir explicaciones siempre era interrumpido por los vigilantes de la aldea. Hasta ese día donde, en medio de su prisa por huir de sus atacantes, no se detuvo en pensar en los enojados guardias.

Su abuela estaba en el invernadero revisando las plantas cuando lo vio llegar, la visión de su nieto herido y con su rostro fatigado por los trabajos manuales causaron que lágrimas brotaran de sus ojos. Pronto no solo era Shang Qinghua quién lloraba.

Ese día las manos expertas y cálidas de su abuela trataron todas y cada una de sus heridas, su ojos todavía humedecidos, pero ya ninguna lágrima caía de ellos. Aunque en su camino hasta la casa había repetido una y otra vez lo que le quería decir, las preguntas que pensaba hacer, el pequeño Shang Qinghua no sabía ni por donde empezar.

"¿Abuela, me odias?"

El antiguo cuarto de Shang Qinghua quedó en silencio una vez terminó de hacer su pregunta.

"¿Por qué piensas algo como eso?"

"Me mandaste a ese lugar donde todos me odian ¿Por qué? Yo soy feliz aquí, por favor déjame quedarme aquí, no te voy a molestar abuela, pero por favor" Shang Qinghua se arrodilló al tiempo que agarraba las ropas de su abuela en sus manos y las apretaba cual salvavidas.

"No...no puedo. Debes quedarte con ellos A-Hua, es por tu bien" Su abuela lo tomó de los hombros y lo levantó. Echando un vistazo a la ventana notó que pronto se haría de noche y la temperatura bajaría incluso más. Ajustando la caperuza roja y dándole un beso en la frente al pequeño niño, lo cargó hacia la salida.

"¿Por mi bien? Abuela, mientes. MIENTES MIENTES MIENTES ELLOS SON MALOS, ELLOS ME ODIAN, SI ME MANDAS ALLÁ MORIRÉ, ABUELA NO" el pequeño cuerpo trataba de zafarse de los brazos de la anciana, pero el agarre era suficientemente fuerte para no soltarlo.

A red dot in the darkness (Moshang)Where stories live. Discover now