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Kedamono

-¿Y qué piensas hacer?-pregunto Jasón observando con curiosidad a él lobo morado.

Kedamono miraba el suelo, triste, al borde del llanto, quería morir, todavía no podía creer lo que le había pasado, lamentablemente las cicatrices en su cuerpo le recordaban su tormento cada día. Tan mal se sentía que durante el último mes no había parado de vomitar de los nervios y angustia, aunque solo llevará un mes con Jasón, Kedamono sentía que podía confiar plenamente en él.

-No lo sé, quizás debería seguir el plan original, ¿No? Me refiero a conseguir trabajo en algún lugar, has sido muy bueno conmigo y no quisiera arruinarlo, no quiero ser una carga...

Se lamento Kedamono tomando una taza de té que Jasón le ofrecía.

-No eres una carga, Kedamono, al contrario, tú presencia aquí es sumamente satisfactoria, al menos para mí-Jason acarició la mejilla de Kedamono haciéndolo sonrojarse-Puedes trabajar aquí, con mí compañero en los actos.

Kedamono lo miro sonriente, a veces el lobo olvidaba que en el mundo todavía existían personas buenas, personas que no eran Popee.

-¿Enserio?

-¡Claro! Mañana mismo van a llegar los demás miembros del circo, además de que tenemos que hacer unas cuantas audiciones, uno de los payasos murió calcinado, así que debemos reemplazarlo. Además, eres alguien muy hábil, podríamos hacer pareja.

Kedamono se sonrojo ante esa palabra, "Pareja" Jasón era sin duda alguien apuesto, alguien a quien con gusto llamaría pareja.

-Bien, debo irme, me imagino que Zu, una de nuestras payasas ya habrá llegado-Jason se levantó-. Sí algún huevo con patas aparece y te pregunta quién eres, descuida, es Hump, el maestro de ceremonias, sólo dí que eres mí pareja y todo estará bien.

Kedamono le sonrió, antes de bajar la cabeza mareado, se sentía completamente mal, la paranoia lo iba a matar, ese último mes había sido un paraíso y una pesadilla, paraíso porque estaba libre de la crueldad de Popee, pero pesadilla porque se sentía fatal.
Kedamono alzó el rostro al sentir las manos de Jasón en sus mejillas.

-Toma el té que te dí, hará que te sientas mejor, lo prometo, todo va a terminar.

Kedamono asintió tomando todo el contenido de la taza y por fin Jasón salió de la carpa, topandose con una payasa que tenía un casco de astronauta que lo miraba desde afuera de la carpa. Zu era una de sus mejores payasas, era una chica asiática con mejillas rojas y coletas de colores, tenía un casco espacial verde y un traje morado. Zu corrió a su lado para hablar con él.

-No crees que es algo cruel, digo, ni siquiera preguntaste que era lo que él quería.

-Vamos, Zu, es obvio que nadie quisiera tener un hijo del psicópata de Popee, el té de ruda hará el trabajo sucio, Kedamono jamás sabrá lo que ha pasado.

-Estas equivocado, existe la posiblidad de que el bebé no sea igual al padre y tú le estás quitando la opción de elegir a la madre, ¿Por qué?

Jasón aumento la velocidad, haciendo a Zu trotar para alcanzarlo.

-Porque Kedamono es demasiado bueno como para hacerlo, sé que él lo quiere, él quiere deshacerse del bebé.

-Ni siquiera sabe que está embarazado.

-No importa, luego tendremos suficiente tiempo como para hacer más bebés, le haré a Keda tantos bebés que tendremos que contruir un circo más grande.

Zu ladeó la cabeza.

-Lo que tú quieres es que Kedamono no de a luz al hijo de alguien más, lo quieres solo para tí, eso es cruel, ¿Sabes?

Jasón bufó, antes de lanzarse hacía Zu, sujetandola del cuello contra la pared.

-¿Y eso a tí qué? ¡Eres mí empleada! Técnicamente soy tú dueño, te rescate de las calles, será mejor que no lo olvides, nadie querría contratar a una payasa sin gracia como tú-Jason apretó el cuello de Zu, haciéndola llorar-¿Entendido?-Jason golpeó la cabeza de Zu contra la pared-¿¡ENTENDIDO!?

-Si.

-¡Ahora lárgate! Los nuevos deben estar por llegar.

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Kedamono estaba emocionado, era su primera vez que iba a conocer a los demás miembros del circo, estaba algo asustado, pero Jasón le juro que nada malo le pasaría.

-Respira, Kedamono-Jason le besó la mejilla juguetonamente-todo va a estar bien, ellos te van a adorar, quizás incluso más que yo.

-¡Basta, me haces sonrojar!

Jasón sonrió, bajo la desconfiada mirada de Zu, todavía parecía que Keda estaba bien, ojalá que el té de ruda no funcionará.

-¡Aquí llegó, Hump! ¡El mejor maestro de ceremonias de todos los circos!-un huevo con piernas y brazos apareció montando un triciclo, con un enorme Sobrero de copa y un traje elegante.

Kedamono y Zu aplaudieron alegres, mientras Jasón se agachaba y estrechaba la mano con Hump.

-¿Cómo estuvieron tus vacaciones, amigo?

-Bien, aunque a la prima Lía le valgo un huevo, ¿Entiendes?

Hump se rió de su propio chiste, siendo ignorando por Jasón y Zu.

-¿Y ese es el lobo del que tanto me hablaste?-pregunto Hump cambiando el tema, al ver que nadie apoyaba su broma.

-Si, él es Kedamono, mí nuevo compañero, Keda, Hump, Hump, Keda.

-Es un gusto.

Sonrió Keda extendiéndole su pata para que Hump lo tomará, el huevo gustoso depósito un leve besó en la pata del morado.

-El gusto es mío, muñeco.

Jasón bufó.

-¡Jasón! ¡Están llegando los artistas!

Efectivamente una larga lista de payasos, arlequines y magos se abrieron paso por la carpa.

Zu, Hump, Jasón y Kedamono se sentaron en una mesa viendo a todos los aspirantes a trabajar en el circo.

Uno a uno todos fueron siendo descalificados, parecía que nadie lograba llenar las expectativas de Jasón, aunque Kedamono, Zu y Hump, no estuvieran de acuerdo, la única opinión que importaba era la de Jasón.

Un mago gigantesco que llegaba hasta el cielo empezó hacer unos cuantos trucos, Kedamono estaba asombrado de la habilidad del mago, hasta que vió algo en uno de los rincones, justo detrás de una bailarinas que cuchicheaban sobre Jasón estaba Popee, sin su gorro de conejo, pero los mismos ojos sádicos de siempre.

-¿Por qué me dejaste, Kedamono?

Aunque la distancia era mucha, Keda pudo escuchar con claridad lo que Popee le decía.
Y al mismo tiempo en que el temor crecía en él, el dolor en su vientre aumentaba, un líquido rojo empezó a deslizarse por sus muslos hasta sus tobillos, haciendo a Kedamono llorar.

-¿Jasón...?

El arlequín lo miró, notando la sangre, pero no a Popee. Jasón se levantó y tomó a Kedamono en sus brazos, para correr hacía su carpa, ignorando la confusión del mago, la payasa y el maestro de ceremonias.

Lo último que Kedamono vio fue a Popee, con sus ojos llenos de confusión y odió.

Y murió....

FIN.

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