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En el centro de un pueblo de bajos recursos, justo en una tina sucia y llena de sangre, nació Lee Chan en el año de 1965.

Desde pequeño nunca fue adinerado y mucho menos feliz.
Su madre era un demonio, lo único en lo que pensaba era en ocupar los gastos de la familia para comprar drogas y alcohol.
Pronto Lee Chan se dió cuenta que en ese ambiente no sería feliz, ni siquiera sus hermanas estaban conformes con que él existiera.
El ambiente tóxico le enfermaba porque todo mundo parecía odiarlo.

Si se habla de odio, la principal mujer era aquella que le brindó la vida y a quién deseaba quitarle la misma. Su mirada vacía no le provocaba nada más que repudio, asco, rencor. El sentimiento era mutuo al parecer, cada cosa que hacía bien para ella estaban mal, no importaba que tanto se esforzara por obtener el cariño de su madre, eso nunca sucedería.
El odio hacía ella no se medía y fue en aumento tras el incidente que comenzó a revolver la mente del pequeño engendro de tan solo 15 años.

A esa edad tras muchos incidentes en su escuela como haber matado pájaros tirandoles piedras o haber golpeado a una niña mientras jugaban juegos de niños, la señora Lee decidió que su hijo era satanás y no podía vivir más con él.

Su primer solución fue tomarlo de los cabellos y encerrarlo en la pequeña choza detrás de su hogar dónde más que nada guardaban herramientas.
Allí, Lee Chan aprendió a odiar más a su madre y más que querer salir en ese pequeño y frío espacio se sentía en la casa que nunca tuvo, no tenía ganas de irse aunque quizás la comida escasaba igual era lo que le hacía repudiar cada vez más a esa mujer.

Era un apasionado a la biología, o por lo menos eso fue lo que pensó una de sus hermanas al verlo en su pequeña choza viendo a los animales caminar con sigilo mientras él solo parecía estudiarlos, también sabía que le había robado casi todos sus libros de biología, anatomía e incluso física. Veía en su hermano a un gran científico y es por ello que le rogó de rodillas a su madre que lo sacara de allí, que los problemas en la escuela eran normales pues sólo se trataba de un pequeño niño que no sabía nada del mundo.

Tras varias disputas la mujer accedió, pero estaba segura de que su hijo era el anticristo así que definitivamente no podía estar en su casa, si llegaba a pisar su hogar aunque fuese un poco su casa estaría maldita por ese niño al que la sangre de Cristo no había seguido.
Así que la solución de la mujer fue mandarlo a vivir con los abuelos, deshaciéndose de el engendro del mal.

La vida con los abuelos seguía sin ser placentera para Chan, principalmente porque en su abuela veía a esa mujer que por más que quisieras no odiarla, lo haces sólo porque su existencia es repugnante. En ocasiones pensaba que incluso esa vieja era peor que a quien debería llamar madre.
La vieja parecía una bruja, su comida era repulsiva y lo que comía era mínimo por lo que bajó de peso gradualmente mientras vivía en La oscura hogar cómo solía llamarlo.
Lo único que le llenaba el corazón es que veía en su abuelo ese padre que nunca tuvo, siempre se quedaba con el hasta tarde dándole comida en secreto y preparando un poco de chocolate caliente para contarle todas sus anécdotas, también de vez en cuando lo llevaba a la escuela. El abuelo era la única persona que alguna vez se preocupó por él, el único que le dió amor cuando nadie más lo hizo, incluso cuando cayó de los columpios justo frente a su abuela el fue quien lo ayudó a curarlo pues la mujer sólo pudo reírse.

La ventaja de la oscura hogar era que su abuelo tenía una gran cantidad de armas en un solo cuarto pues el solía ser militar.
Una tarde y sin previo aviso, después de que varias veces el abuelo le haya ensañado a disparar, tuvo el valor de tomar una de las armas.
Era grande y pesada para el cuerpo del pequeño pero debía aprovechar su oportunidad pues el abuelo no estaba cerca.

ー¡Demonio! La comida está listaー Gritó la vieja con ese horrible apodo por el que incluso su madre le llamaba.

Con todo el valor que pudo reunir tomo el arma, con decisión y gran ímpetu bajó las escaleras y cuando la vieja se acercó al pasillo las balas salieron.
Dos disparos justo en su rostro, gozaba de buena puntería gracias a su abuelo y no pasó mucho tiempo hasta que la abuela cayó desmayada para luego su corazón dejar de latir.
¡Lo había hecho! Se acercó con rabia, con toda la cólera que tenía acumulada en su corazón, Chan miró el rostro de la recién atacada y pudo ver claramente a su madre reflejada en ella.
No quería verla más, no quería saber más de esa horrible mujer así que tomó el arma y golpeó fuertemente su cara, abdomen y rodillas quebrando varios huesos en el proceso.

- 保- 𝘩𝘺𝘶𝘯𝘨 [SVT] Where stories live. Discover now