Capitulo Ocho

5.9K 348 64
                                    

A Dominick casi le da una taquicardia cuando se enteró que solo faltaban un par de meses para mi cumpleaños número dieciocho.

Así que después de ese día se dispuso a querer entrenar mi mente para poder bloquearla ante posibles intrusos, según dice, o de lo contrario Bill podría utilizar la vulnerabilidad de mi mente. Íbamos solo una sesión y para ser sincera soy bastante bueno en eso. No sé si es natural o es motivada por saber que si lo aprendo, Dominick ya no podrá escuchar mis pensamientos tan fácilmente.

—Si no fuese para tu propia seguridad, no te enseñaría esto—refunfuñaba la segunda hora de la sesión el sábado por la mañana—Me gusta escuchar tus pensamientos.

—Eres un tramposo. Tú tampoco dejas que yo te escuche.

— ¿Estás bloqueando tu mente? —me miraba entrecerrando los ojos con sospecha.

—Si —le sonreí.

—Eres desagradablemente buena en esto— se quejaba como niño.

Me paro más erguida con orgullo.

—Si—dije con sosiego— sigamos.

Él por su parte es… ocurrente. Si. Un novio ocurrente. Me hace reír mucho y renegar también, lo que va bien porque hace el equilibrio perfecto. Cada uno de los besos que nos damos son tan especiales que siguen ocasionando esa sensación de ser un helado que se derrite bajo el sol.

Felizmente hoy es domingo. Así que probablemente será mi día de reflexión tras una semana tan espesa.

- «Conocí a un chico hace aproximadamente dos meses. Vive al lado de mi casa. Es un sexy vecino de ojos verdes. Después de casi tres días de estar en constantes peleas con él durante el día, nos hicimos novios.»

Wau. No suena bien.

Nada bien.

Pero es fácil decirlo así. Sin los sentimientos, sin las sensaciones de vértigo cada vez que nos vemos, sin sentir la conexión que tenemos. Fueron cerca de tres días de peleas, pero fueron los más largos, extraños y únicos de mí vida.

Me acomodo en el sofá para leer algo, necesito relajarme.

< - Cariño, ¿me abres la puerta? -> escucho en mi mente <tengo hambre, no está mi mamá y moriré de una sobredosis de pan y agua pronto>.

Desde el sábado en la mañana, cuando habíamos terminado de practicar el bloqueo mental, no supe nada de Dominick. Hasta ahora.

Rio fuerte mientras me levanto perezosamente hacia la puerta y la abro.

Veo a Dominick parado con un enorme puchero, vaqueros y una camiseta de ‘’SOY FIEL, NO INSISTAS’’

Miro su camiseta y me rio. ¿Qué tipo de camisetas tiene este chico en su armario? Él se mira a si mismo y ladea el cabeza confundido.

— ¿Qué? —Me mira— No me coquetees chica, soy fiel a mi novia.

— ¿Estás seguro, guapetón? —me le acerco provocadoramente. Aunque es muy probable que me vea ridícula.

—Si—dice orgulloso y con la cabeza en alto—no me toques, soy propiedad privada.

Rio entre dientes y me acerco más a él. Lo jalo hacia dentro de la casa cerrando la puerta con la cadera.

Doy un salto y me cuelgo de él.

—Eres una tentación del demonio—me sonríe—pero te he empezado a querer tanto que no te engañaría ni contigo misma—dice sosteniendo mis piernas y con ellas, mi peso, a la altura de su cadera. Como si yo no pesara nada.

AnormalidadesWhere stories live. Discover now