Ανακάλυψη

Εφιάλτες

Draco despertó para hacer su rutina normal, se metió a la ducha, se lavo los dientes, peino su pelo, acomodó perfectamente su túnica, y portando una pose dignó de sangre pura, salió de su habitación para encontrarse con sus mejores amigos, iban al gran comedor, todo el mundo se veía afligido y el aura triste se sentía en el aire.

El ignorando esto siguió con su rutina, esperando felizmente la noche para poder ver a su novio, seguramente su novio se quedó dormido ya que no lo vió en el desayuno, soltó una risa, así era su león y así lo amaba. El aura deprimente del comedor no iba arruinar su desayuno.

Primero tuvo herbología, luego tuvo dos horas de historia de la magia, esas dos horas arruinaron su humor, y después su clase más esperada, pociones, ahí vería a su novio y talvez su padrino quisiera hacerle la vida imposible y ponerle junto a Harry, pero al llegar los Gryffindors y no verlo se extrañó realmente, y más cuando su padrino llegó con cara neutral, pero su aura demostraba la tristeza. Aún así los puso a hacer equipó con la casa contraria. Le tocó con Wesley, ahí le preguntaría por el moreno.

Al cambiarse de asiento el pelirrojo ni se dignó en dirigirle una mirada, esperaba un insulto de su parte, pero ni eso.

-Hey Wesley ¿Por qué tan deprimido? Además ¿Dónde esta Potter?- Preguntó con verdadera curiosidad, Ron lo miró furioso.

-Ni siquiera tienes la decencia de callarte este día- El rubio lo miró confundió, sin saber realmente de que hablaba.

-¿De que hablas comadreja?- A esté punto varias miradas iban dirigidas a ellos.

-Malfoy, Harry murió, mi mejor amigo murió, así que házme el favor de callarte por hoy- Draco lo miró impactado, no creyendo lo que este le decía.

-¿De qué hablas Wesley? Si ayer Potter...- No pudo terminar la oración, un furioso pelirrojo lo interrumpió.

-Ayer Harry tuvo un encuentro con los malditos mortífagos, adivina cómo salió eso, ¡no tengo a mi mejor amigo aquí!- Todo el salón se quedó callado, mientras se escuchaban los sollozos de fondo de Hermione.

-Pero Harry no puedo haber muerto- Sentía su respiración fallar, su novio, la persona con la que había pasado sus últimos años junto a él, la persona que más amaba, ya no estaba junto a él.

El rubio salió de la clase de pociones importandole poco los llamados de su padrino y salió directo a su habitación a encerrarse en su cuarto, llorando y angustiado empezó a temblar, recordando todos los momentos vivido con su león.

Ya no habría más escapadas a la torre de astronomía.

Ya no habría más besos a escondidas.

Ya no habría más abrazos reconfortantes.

Ya no habría más besos.

Estaba muerto, Harry ya no estaba ahí con el.

Draco despertó agitado, sentía como las lágrimas se acomulaban en sus ojos, quitándose las sábanas con fuerza, se levantó y rápidamente entró al baño a tomó una ducha fría. Mientras el agua caía sobre el, revivía cada momento vivido en el sueño, maldita sea el sueño se había sentido tan real.

Temblando, no sabía si del frío o de la angustia, se cambió rápidamente e importandole poco su apariencia, salió de su habitación, necesitaba sentir a su novio con él, que el estaba realmente ahí, vivo y enteró. Y antes de poder avanzar más, se encontró con sus amigos, que lo saludaron con ánimo y juntos siguieron su trayecto hacía el gran comedor.