Menos doce

1.4K 151 76
                                    

Hermione lo miró directamente, casi como si estuviera tratando de ver a través de su alma.

—Sigues siendo una persona, Draco —dijo en voz baja—. Mereces el mismo trato que a cualquier otra.

Él respiró hondo, sin perder el contacto visual con ella. Se mantuvo en silencio unos segundos antes de bajar la mirada y negar con la cabeza repetidamente. La morena se permitió ese pequeño instante para respirar antes de que él volviera a hablar.

—No lo merezco —murmuró hacia el césped—. Tú crees que lo hago, pero no es así, Granger. La diferencia entre las demás personas que me odian y tú es que ellos sí ven la verdad —Luego alzó la cabeza para mirarla—. Eres una idealista en un mundo de realistas.

Hermione no supo qué decir. La parte racional de ella que normalmente se lucía, ahora estaba apagada, por lo que no podía pensar en otra cosa que no fuera lo destruido que estaba el muchacho que tenía delante. Si Malfoy hubiera sido cualquier otra persona, tal vez incluso se habría acercado a abrazarlo.

Él se mordió el labio, perdido en sus pensamientos mientras pasaba su mirada a cada uno de los ojos de la morena una y otra vez. Luego pareció salir de su ensoñación y entrecerró los ojos hacia ella, ladeando un poco la cabeza.

—¿Por qué siempre te esfuerzas en ver el lado bueno de una persona? —preguntó; su expresión no delataba nada pero su voz y sus ojos parecían estar realmente curiosos.

Hermione tragó saliva antes de hablar.

—Alguien tiene que hacerlo.

Malfoy apretó la mandíbula y luego se alejó de ella abruptamente, dejándose caer de nuevo a lado del tronco del árbol y con la mirada al Lago Negro.

Ella sólo se dedicó a observarlo. El cómo su expresión perfecta de indiferencia poco a poco iba destruyéndose a medida que pasaban los segundos, su ceño frunciéndose cada vez más hasta que el movimiento llegó a sus labios. Su mandíbula, la cual estaba tan tensa que la morena no entendía todo lo que él podía estar reteniendo dentro de sí. Las respiraciones lentas y pesadas que tenía su pecho, y el ensanchamiento de su nariz para contener todo.

No era una escena agradable de ver. A Hermione nunca le había gustado ver sufrir a las personas, de ninguna manera, ni siquiera a alguien que pudiera merecerlo. Pero esta vez agradeció haberlo hecho.

Porque nunca jamás había visto a Draco Malfoy tan humano.

Tan capaz de sentir algo. Algo tan puro como el dolor; ella siempre había creído que su verdadero ser se escondía detrás de mil capas de entrenada oclumancia. Pero creía con firmeza que cualquier parte que estuviera oculta, tenía luz. Hermione se lo había dicho a Harry y Ron, pero nunca parecieron creerlo.

—No quiero que veas el lado bueno de mí, Granger —musitó él, casi inaudible. Luego se giró para mirarla; en sus ojos había una entera revolución—. Tú no.

—Es una lástima que ya lo haya hecho —replicó ella, obligándose a encoger sus hombros. Malfoy la miró durante unos segundos más antes de asentir.

—Mira a tu alrededor —le dijo—. Estamos cerca de la orilla de un lago que podría tener seres peligrosos. Los terrenos del castillo están solos y no hay nadie cerca que pueda llegar a tiempo si gritas; eso sin mencionar que un hechizo amortiguador podría ser de ayuda. Soy más alto y fuerte que tú, mis manos son el doble de tamaño que las tuyas y eres insignificante a lado mío con respecto al físico... —Él tragó saliva y luego se encogió de hombros—. Podría hacerte absolutamente todo lo que quisiera en estos momentos, Granger. Podría cruciarte, lastimarte o incluso matarte. Nadie más podría ayudarte a tiempo. Estamos a una distancia tan cercana que no te sería suficiente correr. Cualquier otra persona que no sean mis amigos estarían aterrados de ser tú en estos momentos... Mi pregunta es por qué demonios tú no estás asustada de mí. ¿Por qué crees que soy bueno?

DíasWhere stories live. Discover now