La Sala de los Menesteres

1.3K 163 146
                                    

Draco comenzó a acompañarla por los pasillos cuando se encontraban entre clases.

Cuando Gryffindor tocaba con Slytherin y el trabajo era en binas, ambos se acercarían lentamente el uno al otro y se mantendrían en silencio y trabajarían hasta que la clase terminara. Entonces Draco saldría con ella y la acompañaría hasta que sus pasillos tuvieran que separarse y se iría.

Siempre fue en silencio, difícilmente intercambiaron palabras alguna vez.

Pero ella estuvo bien con eso, era una pequeña manera de asegurarse que no estuviera siendo golpeado de nuevo. Varias veces se había topado con la mirada penetrante de Peter Dawlish en el Gran Comedor, pero ella tenía suficiente fuerza de voluntad como para ignorarlo.

Había ido a hablar con Minerva un viernes, explicándole la situación de Draco y esperando que ella pudiera hacer algo. Pero por primera vez la decepcionó. La mujer le explicó que había cosas más importantes en esos momentos que preocuparse por Draco Malfoy, y que apenas hacía lo que podía junto con todo el mundo de obligaciones que le esperaban.

Hermione se había enfurecido.

Pero luego Minerva le preguntó por qué estaba tan interesada en el bienestar de Draco si meses antes había dicho que ni siquiera podía soportar su presencia. Hermione se limitó a contestar que las cosas y las personas cambiaban; no sabía si la que cambió fue ella o él, pero algo lo hizo.

Entonces la morena había deseado con fervor regresar a su labor de prefecta y encargarse ella misma de la situación. Pero después recordó que en realidad no tenía tiempo, incluso por más que lo quisiera.

Así que se había dedicado a vigilar a Draco sigilosamente. Observaba si llegaba tarde a una clase o comida, o si se atrasaba en sus llegadas a la habitación o cualquier otra cosa que indicara que lo habían golpeado. Pero al parecer el patrullaje que ambos daban por los pasillos había sido suficiente advertencia para que nadie se acercara a él.

Ginny había hablado con ella sobre su repentina actitud hacia Draco, alegando que en realidad creía que Hermione se había vuelto loca, pero prometió no decir nada a Harry y Ron.

Ginny no podía entender por qué a ella le preocupaba, y ciertamente, Hermione tampoco. Tal vez era el simple hecho de que así era su naturaleza; proteger al indefenso. Estaba segura de que Draco se colgaría antes de confirmar que la situación era así, por lo que la morena lo guardaba para sí, aunque en realidad ni siquiera ella lo creía así.

Sólo se había convertido en un instinto querer el bien para todos. La familia Malfoy ya había pagado por sus crímenes y ella creía injusto que Draco estuviera pagando por venganza de unos matones ridículos.

Draco fue alguien que no tuvo opción, solamente fue arrastrado por sus padres a una guerra de la cual no quería formar parte. Ella comenzó a comprender eso poco después.

La Guerra se había llevado tantas cosas, de repente comenzó a preguntarse qué habría sucedido si nunca hubiera existido. Probablemente Fred seguiría con George y estaría ayudándolo en su deseada tienda de artículos de broma. O Lavender seguiría hablando cada noche animadamente en la cama de Parvati. O Draco pudiera haber sido un Ministro de Magia o...

O ella podría estar lejos de esa habitación en la biblioteca.

Hermione suspiró mientras bajaba la la tapa del retrete. Después de obligarse a comer todo el desayuno (al menos para tener el estómago lleno cuando fuera en el expreso), luego de diez minutos había sentido que el Gran Comedor nadaba, así que procuró no llamar la atención cuando se levantó de la mesa y entre caminó y corrió hasta los baños más cercanos para vomitar.

DíasWhere stories live. Discover now